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Cómo el inventor de las míticas latas Pringles murió enterrado dentro de una de ellas

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De entre las leyendas urbanas que se han dicho acerca de las patatas Pringles, hubo una que se repitió con insistencia durante un tiempo. La historia decía que los restos del hombre que las creó acabaron en varias latas y estas fueron vendidas al público. Esta es la verdadera historia.

El rumor surgió en diciembre del año 2014. Entonces comenzó a decirse que nadie debía comer las patatas de la marca Pringles porque su creador fue incinerado y sus cenizas fueron colocadas en latas que posteriormente se distribuyeron para su venta.

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Tranquilos, si ahora mismo recuerdas haber comprado Pringles durante ese año, debes saber que jamás te comiste una parte de su creador: el señor Fedric J. Baur.

El hombre que creó una lata de patatas legendaria

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El señor Baur fue un químico estadounidense que destacó por la visión que tenía en el diseño de los alimentos. De hecho, él fue también el que ideó originalmente esa forma tan icónica que tiene la masa de las famosas patatas.

Al parecer, mientras trabajaba para la compañía Procter & Gamble (dueños de Pringles hasta su venta a Keloggs en el 2012) como químico, se le asignó la tarea de encontrar una forma de evitar el problema de las bolsas de patatas de la época, las cuales solían ser de mala calidad y hacían que el producto envejeciera muy rápido.

Baur trabajó en encontrar una “patata” diferente y un envase rompedor, aunque él no fue quien finalmente sacó las Pringles como producto comercial. Varios años después, Alexander Liepa retomó el camino donde Baur lo dejó y logró mejorar el sabor de la masa frita.

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Por tanto, generalmente se considera al inventor de las Pringles a ambos, aunque en realidad Liepa trabajó sobre el trabajo de Baur. Sin embargo, el producto que ambos presentaron no se consideró técnicamente como un “chip” de patata. Originalmente se llamaron “Pringles Newfangled Potato Chips”.

¿Por qué? Porque Pringles contiene únicamente alrededor del 40% de contenido a base de patata, y la mayor parte del resto proviene del almidón de trigo y varios tipos de harina, incluidos el maíz y el arroz. Por tanto, para la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos debía cambiarse el nombre porque el producto técnicamente no cumplía con la definición de una patata frita.

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Se les permitió usar la palabra “chip” de manera muy restrictiva. De hecho, si querían seguir usándola solo podían decir “papas fritas Pringles hechas con patata seca”. Aquello fue un simple y pequeño contratiempo, ya que hoy, por supuesto, la mayoría de la gente simplemente las conoce como “Pringles”.

Curioso, ya que cuando llegaron a Europa, Procter & Gamble declaró que Pringles debía ser considerado como un pastel o una tarta, en lugar de un “crujiente”. ¿La razón? Evitar un impuesto (IVA) del 17,5% para el segundo caso.

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Como solo el 42% del producto estaba hecho de patata y estaba elaborado a partir de la masa, debía considerarse como una torta y no estar sujeto al impuesto de las patatas fritas o similares. Así que durante un tiempo, las famosas Pringles fueron consideradas un pastel en lugares como Reino Unido o Francia.

Sea como fuere, de lo que no hay duda es de que Baur fue el creador de esa forma tan inteligente de apilarlas de forma uniforme en lugar de tirarlas en una bolsa: la famosa lata o envase de la marca.

Y aquí viene la parte de la historia de la leyenda urbana que sí es verdad. Tras su muerte en el 2008 a 20 días de cumplir 90 años, Fredric J. Baur fue incinerado. De acuerdo con sus deseos, su familia colocó parte de sus cenizas en una lata de Pringles (la mayoría, no cabían todas).

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Esta lata se enterró en una urna tradicional. Una segunda urna que también contenía una pequeña porción de sus restos fue entregada a uno de los nietos del hombre, en lugar de ser enterrada.

Lo cierto es que en la década de los 80 Baur había hecho esta extraña solicitud a sus hijos para cuando llegara el momento de su entierro. Tras su muerte, decidieron cumplir con ese último deseo, aunque originalmente no estaban seguros de si su padre estaba bromeando o no. De hecho, años después contaron una anécdota.

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Mientras iban de camino a la funeraria para recoger las cenizas, la familia se detuvo en una tienda. ¿Adivinan para qué? Sí, para comprar la lata de Pringles donde introducirían a Baur. Según su hijo Larry:

Cuando mi padre planteó por primera vez la idea del entierro en una lata en la década de 1980, me reí al respecto. Aquel día en el establecimiento lo recordé otra vez. Mis hermanos y yo discutimos brevemente qué sabor usar para meter a mi padre. Lo tuve claro, teníamos que usar las originales.

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Así fue como el hombre que creó las latas de Pringles acabó enterrado en el interior de una de ellas. Obviamente, sin que esa lata de originales jamás llegara al mercado. [Wikipedia, TIME, The Guardian]