
Todavía no hay cura para el coronavirus, pero se están probando docenas de medicamentos y tratamientos contra él. Si te has preguntado cuáles de estos tratamientos propuestos son realmente considerado como útiles, y cuales son solamente posibilidades, no estás solo. La ciencia cambia día a día y, a veces, un medicamento aparecerá en los titulares de los noticieros en función de datos que resultan no ser tan confiables como parecía.
Esta herramienta rastreadora del New York Times tiene como objetivo ayudar a que las cosas sean menos confusas. A diferencia del rastreador de STAT, que sigue el camino de cada medicamento a través del proceso regulatorio, esta otra herramienta para hacer seguimiento evalúa la fuerza de la evidencia para cada medicamento y también para varios tratamientos no farmacéuticos.
Actualmente, el rastreador lista:
- Dos tratamientos actualmente en uso generalizado: respiradores y algo tan simple como colocar a los pacientes boca abajo para aliviar la presión sobre sus pulmones.
- Dos tratamientos “prometedores”: Remdesivir, un antiviral; y Dexametasona, un corticosteroide que actúa contra el sistema inmunitario (sí, es contraintuitivo) para reducir la inflamación en pacientes gravemente enfermos.
- Diez tratamientos con evidencia “tentativa o mixta”, incluyendo plasma convaleciente (de la sangre de pacientes recuperados) y anticoagulantes.
- Dos tratamientos que “no son prometedores”: hidroxicloroquina o cloroquina, y la combinación de antivirales lopinavir y ritonavir.
- Tres tratamientos se consideran “pseudociencia o fraude”: beber o inyectarse lejía y desinfectantes, lo cual, como puedes suponer, es terriblemente peligroso. Luz ultravioleta utilizada sobre el cuerpo, algo que también es desaconsejable e ineficaz. Y tratamientos que contienen plata, que han sido señalados por la Administración de drogas y alimentos de Estados Unidos (FDA) como fraudulentos al ser anunciados para tratar COVID-19.
No obstante, cada categoría debe leerse con cierto cuidado. Por ejemplo, los tratamientos “ampliamente utilizados” no se juzgan por la solidez de la evidencia, sino por lo común que es actualmente el tratamiento. Esperamos que ambos factores estén relacionadas, pero no se garantiza que lo estén.
Los tratamientos con evidencia “prometedora” no son necesariamente las próximas drogas o medicinas milagrosas y perfecta. A veces, solo pueden ayudar un poco (tal vez reduciendo ligeramente las tasas de mortalidad para pacientes gravemente enfermos). Los tratamientos de “evidencia tentativa o mixta” también pueden terminar siendo de utilidad limitada si tienen éxito.
Y por otro lado, algunos de los tratamientos “no prometedores” pueden no haberse probado lo suficiente o en las condiciones adecuadas para determinar su verdadera utilidad. A medida que aprendamos más sobre el virus y se realicen más ensayos, podemos esperar que los tratamientos pasen de una categoría a otra para mantenerse al día con la ciencia.