
Dependiendo de la zona del planeta donde vivas, las noticias sobre mosquitos te puede dar exactamente igual... o las lees con mucha atención implorando que la ciencia haya encontrado una forma de acabar con estas criaturas. Un nuevo estudio cuenta que ciertos colores específicos pueden ser claves.
El trabajo lo ha liderado el profesor Jeffrey Riffell, investigador en el Departamento de Biología de la Universidad de Washington, y su equipo mientras llevaban a cabo experimentos para rastrear el comportamiento de la hembra Aedes aegypti cuando se le presentaban diferentes tipos de señales visuales y de olor.
¿Por qué? Porque en las especies de mosquitos, solo las hembras beben sangre, si a ello le añadimos que las picaduras de Aedes aegypti pueden transmitir al dengue, fiebre amarilla, Chikungunya y Zika, el trabajo de los investigadores parecía un buen enfoque.
De esta forma, Riffell y sus colegas se enfocaron en examinar cómo ese olor las prepara para comenzar a buscar comida. Para ello, rastrearon las respuestas de Aedes aegypti en una cámara, probando cómo respondían los insectos a los puntos de diferentes colores en el fondo de la cámara, con o sin un rocío de CO2.
Así encontraron que los ejemplares volarían hacia un punto si era rojo, naranja, negro o cian, y si primero había olido CO2. Sin el gas, ignoraban en gran medida los puntos, sin importar de qué color fueran. Por contra, no les importaban los puntos que eran verdes, azules, blancos o morados, incluso si habían sido preparados para cazar con una rociada de CO2. Para Riffell:
Los mosquitos parecen usar olores para ayudarlos a distinguir lo que está cerca, como un huésped para picar. Cuando huelen compuestos específicos, como el CO2 de nuestro aliento, ese olor estimula los ojos para buscar colores específicos y otros patrones visuales, que están asociados con un huésped potencial, y se dirigen a ellos.
¿Y por qué esa atracción a los naranjas y rojos? Cuentan los investigadores que la piel humana, independientemente del tono o la pigmentación, emite una fuerte señal de color rojo anaranjado a los ojos de los mosquitos. En las pruebas de seguimiento, usaron tarjetas de diferentes colores de piel humana, o una mano desnuda, y descubrieron que, nuevamente, los insectos volarían hacia ellos solo si olían el CO2 primero. Y si se filtraban las longitudes de onda largas, o si la mano llevaba un guante verde, los insectos volvían a ignorarlas, incluso con CO2.
Por último, los investigadores llevaron a cabo el mismo seguimiento con mosquitos modificados genéticamente. Si se editaron los genes responsables de oler el CO2 o ver los colores de longitud de onda larga, los insectos no respondieron al estímulo visual, lo que indica que se requieren ambos sentidos para hacer sonar la señal de la cena.
Un trabajo que, como ellos mismos indican, podría informar nuevas formas de controlar los mosquitos y prevenir las picaduras. De ser así, no descartemos que en algunas zonas del planeta todos vayamos vestidos de blanco o que se construyan enormes trampas rojas que emitan CO2. [Nature vía NewAtlas]