
La escena que vemos tuvo lugar en la mañana del 1 de diciembre de 1984 en Rogers Dry Lake, California, un área de tierra árida ubicada en los alrededores del desierto de Mojave. Allí, tras nueve minutos en el aire, un Boeing 720 repleto de combustible iba a estrellarse en el suelo. El impacto fue un éxito para la NASA.
Y es que se trataba de un impacto controlado como parte de un proyecto conjunto entre la NASA y la Administración Federal de Aviación (FAA). Varias décadas antes, a comienzos de los 60, la FFA había comprado un Boeing 720 para utilizarlo como avión de entrenamiento. Tras pasar más de 20.000 horas en el aire y realizar 54.000 ciclos de despegue y aterrizaje, la aeronave se entregó al Dryden Flight Research Center en 1981.

Fue en ese momento cuando la NASA pensó en un proyecto un tanto loco. La agencia adaptó el avión para volar por control remoto, algo parecido a los actuales drones. De esta forma, el avión se pudo controlar desde una cabina y un monitor CRT. Antes de las imágenes que vemos en el siguiente vídeo, el Boeing pasó un total de 16 horas y 22 minutos en el aire, incluidos 10 despegues y 69 aterrizajes aproximados.
Finalmente, el 1 de diciembre de 1984 el avión despegó y subió a una altura de 700 metros. Tras nueve minutos de vuelo se dirigió a la zona de impacto. El plan inicial era que el avión aterrizara completamente nivelado, permitiendo que el fuselaje permanezca intacto, mientras las alas debían cortarse por columnas de cemento en la pista.
Sin embargo, el ala izquierda tocó el suelo primero, haciendo que la aeronave patinara de lado. Debido a que el avión aterrizó fuera del punto central, una de las barras de cemento atravesó el motor del lado derecho del avión y continuó hacia el fuselaje, causando que el combustible ingresara a la cabina. Además, el motor generó el suficiente calor como para encender el combustible, y crear la impresionante bola de fuego que vemos y que tardó más de una hora en extinguirse.
Aquel día los investigadores lograron capturar imágenes únicas de un accidente (en este caso controlado y sin personas en su interior), obteniendo así varios puntos de vista diferentes, incluso desde la cabina y la cola del avión.

¿Y para qué demonios todo esto? La razón de este proyecto fue investigar un aditivo que retarda la inflamabilidad del combustible. Se trataba de FM-9, y cuando se combina con el combustible Jet-A crea un queroseno (AMK). AMK demostró propiedades de habitar llamas en el laboratorio, pero la FFA quería experimentar con ellas en una prueba del mundo real.

No sólo eso. Aprovechando que estaban ante una prueba que pocas veces se da, el avión también incluía innovaciones de seguridad listas para ser probadas. Innovaciones que incluían diseños actualizados de cinturones de seguridad, registradores de datos de vuelo, materiales de cabina ignífugos y ventanas resistentes a las quemaduras.

Como vemos también, la aeronave estaba equipada con equipos de medición de carga estructural, incluida una horda de muñecos en los asientos de pasajeros.

Tras el impacto y acabada la prueba, los investigadores concluyeron que AMK no proporcionaba un beneficio suficiente en caso de un choque. Por cierto, la FAA concluyó que el 25 por ciento de los pasajeros habría sobrevivido (los pasajeros en la parte trasera tenían unos 20 segundos antes de la obstrucción del humo).[NASA, Wikipedia]