No se pudo escuchar por el ruido de la explosión, pero Danihel había dicho “mierda” al segundo de la detonación. Los fragmentos de hormigón y los pedazos de yeso caían del cielo. El escenario era una nube de fragmentos de metal, madera, vidrio y gases sobrecalentados en expansión a ambos lados del Casino Harvey. La onda de presión que irradió de la segunda planta del complejo estalló las puertas, las ventanas y las paredes.

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Danihel esperaba en el suelo desde las barricadas hasta que disminuyera el número de escombros que sobrevolaban. Cuando se puso en pie no tuvo ninguna duda, lo que tenía delante eran los daños causados por la explosión de la bomba. Ante sí, una especie de cráter donde se podía percibir el epicentro en esa segunda planta, un agujero gigante esférico a través del centro del resort. Habían perdido y la bomba había explotado, aunque no existían heridos ni muertos gracias a la evacuación.

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Harvey Gross se negó a hablar con la prensa sobre el incidente aunque los medios dirían el día después que el hombre estaba abatido, con ojos lacrimosos mientras presenciaba ante sí los restos de lo que fue su imperio.

FBI: investigación y detención del “creador”

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Al mismo tiempo que comenzaban las labores de limpieza y reparaciones el FBI iniciaba la investigación. Los agentes examinaron todos los restos en busca de pistas, que junto a las imágenes de rayos X de la bomba y los testimonios de las partes involucradas en esas 30 horas fueron suficientes para montar una imagen bastante completa de la construcción interna de la máquina.

Estaban sin ninguna duda ante una fabricación inusual cuyo creador debía tener una capacidad técnica impresionante. La investigación fue avanzando a medida que el FBI solicitaba y recibía informes de los testigos que estuvieron el día que se colocó la bomba. Se identificaron a cientos de personas como posibles sospechosos, pero los investigadores detectaron muy pronto que una tendencia se repetía en muchos testigos: poco antes de las 05:30 vieron a dos hombres con unos monos azules que emergían de una furgoneta blanca. Los dos tipos transportaban algo grande, aparentemente un equipo de oficina bajo una funda que llevaba el logotipo de IBM. Ambos trabajadores salieron de la furgoneta con el supuesto equipo de oficina gracias a un carro con ruedas para luego pasar por la entrada del vestíbulo de Harvey.

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El FBI hizo pública la pista y difundió un retrato robot de la furgoneta blanca descrita ofreciendo una recompensa de 200 mil dólares por aquel que tuviera una información útil.

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Los meses siguientes todas las pistas resultaron falsas. Mientras, las labores de reconstrucción del Casino continuaban. El 13 de mayo de 1981 reabría una de sus torres sin que aún se tuviera un sospechoso. Harvey se había gastado 18 millones de dólares en reparaciones y mejoras, incluyendo un sistema de vigilancia como nadie había visto hasta la fecha.

Ese mismo año el FBI subió la recompensa por una información fiable hasta los 500 mil dólares. Un mes después reciben una llamada anónima, un hombre que dice conocer la identidad del atacante del Casino. Tras varias conversaciones telefónicas los agentes convencen al hombre para tener una reunión en persona, un encuentro que tendrá lugar en un hotel.

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El informante explica a los agentes que durante una cita, una chica le había contado que su ex novio, John Birges Jr., le dijo una vez que su padre planeó todo lo ocurrido en el casino. Resulta que Birges era uno de los sospechosos de la zona porque tenía una camioneta similar a la descrita en la investigación. Birges tiene coartada cuando lo interrogan pero el FBI no iba a por él, como había contado el informante, era su padre el presunto autor intelectual: el señor John Birges.

Resulta que Birges, de 59 años, era un ex militar experto en electrónica, equipos de soldadura y explosivos. Un inmigrante húngaro que había combatido con los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Más tarde fue capturado y condenado a 25 años de trabajos forzados en un gulag ruso. Ocho años después de su condena escapó y emigró a California en Estados Unidos. Allí construyó un negocio de jardinería con bastante éxito pero su adicción al juego le llevó a perder una gran cantidad de dinero. No sólo eso, Birges tenía deudas de miles de dólares en un sitio en concreto, ¿adivinan donde? Sí, en Harvey.

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John Birges fue detenido junto a su novia a los pocos días. El 7 de marzo de 1985, varios años después, el jurado lo encontró culpable de ocho de los nueve cargos y condenado a 20 años de cárcel. Los dos hombres que colocaron la bomba en el resort, dos trabajadores de la jardinería de Birges, también fueron condenados a 7 años de cárcel. Birges moría en prisión en 1996 a los 74 años de edad por un cáncer de hígado.

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En cuanto a la bomba, hoy sigue manteniendo el estatus de leyenda en el FBI, una “bomba maestra” que incluso en la actualidad es reconocida por los agentes como una proeza. El FBI guarda una maqueta a imagen y semejanza de la original para fines de entrenamiento. La agencia cree que es poco probable que incluso hoy, con toda la tecnología y conocimientos, se pueda hacer mucho más que lo que se intentó en 1980 para detenerla.

Como diría el agente del FBI encargado de toda la operación, Bill Jonkey, la bomba de Harvey es el dispositivo explosivo improvisado más singular y sofisticado de la historia. Quizá no se recuerde como otras grandes atrocidades de la historia reciente pero es posible que eso sí tenga una respuesta clara, la bomba no mató a nadie.