Esta pitón adicta al cristal es uno de los más recientes internos del Complejo Correccional John Morony, una prisión australiana. Se está rehabilitando en una instalación especial de la cárcel junto con otros 250 animales que acabaron allí tras alguna incautación policial.
La serpiente adquirió esa adicción al absorber la droga a través de su piel en el laboratorio de metanfetamina donde vivía. La encontraron durante una redada: estaba confundida y tenía un comportamiento errático y agresivo. Nada que un mes de desintoxicación no pueda solucionar.
Son los propios presos de mínima seguridad quienes se encargan de cuidar y rehabilitar a los animales. A cambio, obtienen un certificado y lecciones sobre “interacción grupal y automotivación”. Tienen tortugas, murciélagos, zarigüeyas, cucaburras, emúes, cacatúas, uómbats... Los reptiles venenosos, como algunas serpientes, son alimentados por personal especializado.
Una vez que terminan la rehabilitación, los animales asociados a procesos judiciales son enviados a organizaciones de animales o nuevos dueños con licencias adecuadas. Además de mascotas de criminales, el centro también cuida de animales lesionados o que son encontrados en patios traseros y a un lado de las carreteras. [ABC News vía Atlas Obscura]