"Acabo de cancelar el proyecto. Facebook me da grima". La frase resume a la perfección la reacción de muchos a la sorpresa de ayer: la compra de Oculus, los creadores del futurista visor de realidad aumentada Oculus Rift, por Facebook por 2.000 millones de dólares. No lo ha dicho cualquiera, sino uno de los desarrolladores de juegos más respetados del mundo. La operación es redonda para Facebook pero terrible para el mundo de los videojuegos.
La cita de arriba es de Markus Pearsson, el creador del juego Minecraft. La publicó ayer al conocer la compra de Oculus por Facebook y resume el sentimiento de la gran mayoría de desarrolladores y fans de los videojuegos. Markus tenía pensado llevar su juego Minecraft al Oculus pero tras la compra de Facebook ya no lo hará. ¿Por qué? ¿Para qué quiere Facebook exactamente el Oculus Rift?
Por qué la compra de Oculus es redonda para Facebook
La respuesta es otra pregunta: ¿por qué no? Según diferentes fuentes, Mark Zuckerberg llevaba meses detrás de Oculus. Parece que Google también tanteó la posibilidad pero, igual que ocurrió con WhatsApp, Facebook fue más rápido. Zuckerberg ha visto en el Oculus Rift una apuesta de futuro, un futuro en el que te pondrás uno de estos visores e interactuarás con tus amigos como si estuvieran a tu lado.
Imagina tomarte una cerveza en una bar virtual con un amigo que está en la otra punta del mundo, con una calidad gráfica y fidelidad casi tan real como la vida misma; imagina estudiar un curso en una clase virtual casi como las de verdad con solo ponerte un visor; o tener una reunión de trabajo con colegas de otro país en la que en lugar de mirar a una pantalla todos os encontráis en una sala virtual. Esto se lleva intentando desde hace años pero parece que ahora por fin podría funcionar. Ese es el futuro que ve Zuckerberg en la realidad virtual.
"El móvil es la plataforma del presente y ahora también nos preparamos para la del futuro. Oculus tiene la oportunidad de crear la plataforma más social hasta ahora y cambiar la forma en la que trabajamos, jugamos y nos comunicamos", dijo Zuckerberg en un comunicado.
El jefe de Facebook hace lo que tiene que hacer: pensar en el futuro, en 5 o 10 años. Su objetivo es asegurarse de que es su red social la que lidera e innova y no la competencia. Y lo hace muy bien: tiene dinero a espuertas para adquisiciones, es rápido, brillante y puede permitirse compras especulativas solo por el potencial (Oculus) o puramente defensivas (Instagram, WhatsApp). Es como una partida de ajedrez: los grandes jugadores no piensan en los dos siguientes movimientos, sino en los 10 o 20 que vienen.
La compra de Oculus no son solo buenas noticias para Facebook, también para el desarrollo del visor en sí, la realidad virtual e incluso para ti. Con el dinero fresco de Zuckerberg, Oculus podrá producir el Rift de forma masiva, mucho más rápido y a un menor precio. De forma independiente tardaría mucho en llegar al consumidor y a un precio mayor.
Para la realidad virtual también es psotivo: que un gigante como Facebook crea que esta tecnología va a revolucionar el mundo significa que hará todo lo posible por conseguirlo. De ser algo limitado a nerds, la realidad virtual podría dar el salto al mercado masivo. Y eso es bueno para todos: podremos utilizar una tecnología fascinante a precios (esperemos) asequibles.
El problema, curiosamente, se llama Facebook. Que esta "revolución" venga de manos de la red social es un inconveniente para muchos, especialmente para los fans de verdad de los videojuegos.
Adiós al proyecto que iba a revolucionar los videojuegos
Desde el primer momento, el foco exclusivo del Oculus Rift habían sido los videojuegos. El proyecto que nació gracias a los 2,5 millones de dólares recaudados en Kickstarter era ya una revolución entre desarrolladores y gamers, una prueba de que el futuro de los videojuegos podría ir por ahí. El éxito del proyecto fue tal que hasta Sony se animó por fin a presentar la semana pasada su Oculus Rift particular para la PlayStation 4, Project Morpheus.
Todo iba bien y, de repente, llega Facebook para arruinarlo. Es la sensación ahora mismo en el sector de videojuegos. Markus Persson lo explica muy bien:
Quiero participar en el crecimiento de la realidad virtual, pero no trabajaré con Facebook. Sus objetivos no son claros y cambian constantemente, nunca ha sido una plataforma estable para juegos. No hay nada el pasado de Facebook que me haga confiar en ellos.
El aparato que era el sueño húmedo de los gamers, el invento con el que esperábamos jugar al próximo The Last of Us o Titanfall, de repente se ha convertido en una especie de invento del diablo para ordeñar vacas virtuales. Huyamos.
Zuckerberg ha dejado claro que los juegos son un buen comienzo, pero solo eso. A él lo que realmente le importa es inventar la próxima plataforma de computación. En ese viaje, en esa visión, los juegos son secundarios, solo una pieza más de un puzzle mayor. En otras palabras: el Oculus Rift ha dejado de ser algo construido por y para gamers para pasar a ser un mounstruo con el no se sabe qué ocurrirá. Tal vez acabe en revolución, tal vez desaparezca sin pena ni gloria.
En definitiva, la última compra de Facebook nos deja dos cosas claras. Una: la red social genera cada vez más desconfianza, y eso sí debería preocuparle de verdad a Zuckerberg. Dos: Microsoft, tú eras el candidato ideal para comprar Oculus. Lo siento, pero te han robado la cartera.
Foto 1: YouTube / Foto 2: AP
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