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Por qué nadie compra un coche eléctrico: mitos y realidades del mercado

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Nos atraen los coches eléctricos: son silenciosos, futuristas, responden de inmediato, la gasolina está por las nubes, el calentamiento global es una realidad. Entonces ¿por qué nadie se compra uno? Son caros, no duran nada, no tengo dónde enchufarlos. Discernimos entre mitos y realidades.

El mayor de todos los mitos: la autonomía es insuficiente

La autonomía real de los turismos eléctricos (que es menos que la homologada porque varía según el estilo de conducción, el uso del aire acondicionado, etcétera) oscila entre los 120 y los 150 kilómetros. Sin duda es una autonomía limitada, pero ¿hasta qué punto es insuficiente?

La realidad es que depende del uso que se le vaya a dar al coche. 120 kilómetros son suficientes para moverse por la ciudad y por la periferia, pero insuficientes para atravesar la provincia. Por eso es erróneo decir que la autonomía de los eléctricos es insuficiente: será insuficiente solo para las personas que necesiten hacer más de 120 kilómetros al día.

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Al preguntarle por este tema, Jorge Morales, ingeniero industrial y experto en el sector eléctrico español, se muestra tajante: “Es una obsesión infantil, el pánico de la autonomía se te quita conduciendo un coche eléctrico. Hay mucha mitología en cuanto a la necesidad de autonomía, ¿cuántas veces necesito realmente un coche que ofrezca más de 100 kilómetros?”.

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Para un artículo en su blog, Jorge se hizo esa misma pregunta y obtuvo una respuesta sorprendente: “Si lo necesito menos de dos veces al mes, entonces me sale más rentable alquilar”. Alquilar un vehículo de combustión durante dos días supone un gasto adicional de ~200 euros mensuales; teniendo un coche eléctrico en propiedad, la inversión se compensa (al reducir el gasto del seguro y eliminar el de gasolina).

Pero hay que tener dónde cargarlo

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Comprar un coche eléctrico implica “cambiar el chip”: en lugar de ir a una gasolinera cada equis días, tienes que acostumbrarte a cargarlo todas las noches, como si fuera un smartphone.

Si vives en un chalet o un adosado, esto no es un problema, pero si vives en un bloque de viviendas, tienes que pensar en instalar un punto de recarga en tu plaza de garaje. Uno de los grandes prejuicios en torno al coche eléctrico es este tema: el enchufe me va a costar dinero y no voy a poder instalarlo sin permiso de la comunidad. Bien, esto no es exactamente así.

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Sí, la instalación del enchufe supone un desembolso inicial, pero lo subvenciona el gobierno. El programa MOVELE 2015 del Ministerio de Industria incluye una ayuda de 1.000 euros + IVA para la instalación del punto de recarga. Hay empresas especializadas en este tipo de obras y el precio, en la mayoría de los casos, no supera esos 1.200 euros.

Por otro lado, si la plaza de garaje es de tu propiedad, ni siquiera tienes que pedir autorización a la comunidad de vecinos para instalar el punto de recarga. Solo tienen avisarles (por escrito) de que vas a tirar un cable desde el cuarto de contadores hasta tu plaza. Así lo dice la ley, concretamente el artículo 17 de la última Ley de propiedad horizontal:

La instalación de un punto de recarga de vehículos eléctricos para uso privado en el aparcamiento del edificio, siempre que éste se ubique en una plaza individual de garaje, sólo requerirá la comunicación previa a la comunidad. El coste de dicha instalación y el consumo de electricidad correspondiente serán asumidos íntegramente por el o los interesados directos en la misma

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Sin embargo, hay mucha gente no puede hacer esto, sencillamente porque la plaza de garaje es de alquiler o porque dejan el coche en la calle por las noches. En esta situación dependerán de los puntos de recarga públicos, que “siguen siendo pocos, y eso si funcionan” según explica Esteban Viso, periodista de motor para varios medios y un escéptico de los eléctricos.

No se puede depender de los puntos de recarga públicos

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La realidad de los puntos de recarga públicos es desalentadora, al menos por ahora. Hay pocos postes en según qué ciudades y las tarifas pueden ser sorprendentemente caras. Todo se reduce a la misma explicación: es un mercado pequeño y las empresas que los instalan quieren ser rentables.

Josep Camós, coordinador de Motorpasión, compara este tema con el problema del huevo y la gallina: “Se ponen pocas infraestructuras porque no se venden eléctricos, y no se venden eléctricos porque no hay donde recargarlos. Hay firmas que explican que lo suyo es crecer a la par, pero hay un problema de financiación”. Eso en cuanto a la realidad española: en Estados Unidos, gracias a la inversión de los fabricantes, el crecimiento ha sido exponencial.

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¿Hay una alternativa a los postes de carga? “La solución lógica sería el intercambio de baterías en una estación de servicio para equiparar el concepto «tiempo de recarga» al concepto «tiempo de repostaje» contesta Josep. Pero existe un problema cultural asociado a la propiedad (mi coche es mío) que ni con la garantía de unas baterías bien mantenidas en la estación de servicio se puede cambiar”. ¿Aceptarías tú que cambiaran tu batería por otra usada?

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Jorge Morales aporta una visión complementaria: “El tema de las recargas está mal enfocado. El alcalde o el concejal de turno se empeñan en hacerse una foto con un punto de recarga en el centro de la ciudad. A mi juicio los puntos de recarga deberían estar en las carreteras, no en el centro. El coche eléctrico está pensado para que cada uno lo cargue en su casa por la noche, no deprisa y corriendo en puntos de carga rápidos en medio de la ciudad”.

Un tema tangencial (y no tan tangencial) al mercado de coches eléctricos es que la red eléctrica no está preparada para un parque de coches de este tipo. Imaginemos que de repente hay un millón de estos vehículos circulando. ¿Podría la red del sistema dar soporte a un millón de coches enchufados? “Rotundamente no” responde Jorge. “Es inviable, se hundiría la red eléctrica”. Quizá la gente sí esté preparada para los coches eléctricos, pero el sistema todavía no.

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¿Cuál sería la solución? “Que los fabricantes implementen una cosa tan sencilla como decirle al coche a qué hora quieres que esté cargado, por ejemplo «necesito que esté cargado a las 7» y que en función de eso determine cuál es el mejor momento para cargar. Estas cosas son esenciales porque es lo que hace que realmente se aproveche la red y que la compañía eléctrica pueda gestionar la carga de coches de forma más razonable”.

Entonces, todavía no compensa comprar uno. ¿O sí?

Esteban ofrece la postura más pesimista: “El coche 100% eléctrico es muy caro si nos salimos de los coches pequeños, como el Citroën C-Zero, y estos tienen poco espacio útil y muy poca autonomía. Sí, entre 1 y 2 euros cada 100 km es un precio atractivo, pero por 26.000 euros te compras un Opel Mokka básico y tienes 5.000 euros para diésel. Los diésel o gasolina siguen siendo mucho más baratos en compra, y no tan caros en mantenimiento”.

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Los coches eléctricos cuestan más, pero al precio del concesionario hay que restarle las ayudas del gobierno. En el caso de España, el plan MOVELE incluye una subvención de 5.000 euros en la compra del coche, además de los 1.000 euros para la instalación del enchufe.

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Jorge insiste en que no es caro, sino que hay una enorme falta de información. “No tiene ningún sentido que una gran cantidad de familias tengan dos coches de combustión, pensando desde un punto de vista económico. Hay ventajas como el tema del aparcamiento gratuito en el centro de Madrid que, de por sí, son muy atractivas. Que tú puedas aparcar en zona azul o verde sin limitación temporal es una ventaja enorme, sobre todo para la gente que vive lejos y trabaja en Madrid y que tiene que estar cambiando el coche”.

Josep apunta que, más que una barrera económica, hay una barrera psicológica: “Compramos por cultura de compra, nos informamos levemente, nos dejamos llevar por las impresiones de alguien cercano. En consecuencia, como compradores de coches somos tremendamente inerciales. Por ejemplo, en España compramos un 63% de diésel porque nos han dicho que son lo más. En el caso concreto de los eléctricos, racionalmente tenemos que hay ayudas a la compra, que no necesitamos 1.000 km de autonomía y que las tomas de los garajes se pueden subvencionar. Pero no, la compra de un coche es muy poco racional, o sea, que compramos de forma emocional”.

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Un negocio que poco a poco va despegando

Jorge Morales es optimista acerca del mercado de eléctricos: “Yo estoy viendo que, poco a poco, el futuro del eléctrico en España se vuelve prometedor. Lo que pasa es que, claro, no se puede pretender pasar de 2.000 unidades a 20.000 en dos días. Pero creo que irá cogiendo volumen”.

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Cómo estará el mercado de aquí a diez años, le preguntamos. “Mucho más avanzado, porque la contaminación del aire empieza a ser muy preocupante en algunas ciudades españolas. Cada vez hay más información sobre el tema de las partículas que son percibidas con preocupación por la gente. Y creo que el asunto de Volkswagen en ese sentido va a ayudar al desarrollo del mercado del coche eléctrico. En el futuro habrá más restricciones para los vehículos de combustión y habrá más incentivos para la compra de coche eléctrico, y además me parece que sucederá de una forma natural”.

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Josep Camós tiene una predicción muy específica sobre el futuro: “Habrá una gran especialización en asuntos de movilidad, y que existirá sobre todo una movilidad multimodal. Se acabó la movilidad puerta a puerta. No nos lo podremos permitir, energéticamente hablando. Te coges el coche y en tal sitio lo sueltas y pillas una bici, o el metro o te vas a patita hasta tu destino. Lo veremos.”

Conclusión: el mercado es inmaduro, pero no está parado

Lo que nos frena a la hora de comprar un coche eléctrico es sobre todo una barrera psicológica: autonomía vs. necesidad de autonomía, el cambio de “chip” de tener que cargarlo a diario, y el miedo de que no siempre esté listo para llevarnos a cualquier parte. Son cambios que para muchos no supondrán un problema, pero que vemos como serias limitaciones a la hora de hacer una inversión grande, como es la compra de un coche.

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Por suerte, estamos en plena revolución de precios de las baterías y las dos grandes desventajas de los eléctricos, autonomía y precio, podrían no serlo en un futuro próximo.

Imágenes: gopixa / Ivica Drusany / Jeanie333/ Shutterstock

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