Una de las teorías es que el cerebro, al ser sometido a una situación de estrés extremo, trata de absorber la máxima información posible del entorno para asegurar la supervivencia. Se cree que el cerebro dispone de una especie de reloj interno basado en el ritmo al que procesa información del entorno. Si de repente absorbe demasiada, el reloj se ralentiza.

Advertisement
Advertisement

Este punto se ha llegado a demostrar hasta cierto punto en laboratorio, donde sujetos absolutamente concentrados en una escena son capaces de detectar movimientos mucho más rápidos que un observador casual.

Advertisement

No faltan quienes descartan esta teoría de la velocidad de procesamiento de estímulos y achacan la ralentización del tiempo percibida por algunas personas como una ilusión resultado de un recuerdo especialmente traumático. En otras palabras, el cerebro dilata la experiencia sufrida después de haber pasado por ella, no durante. La razón por la que esto ocurre, suponiendo que la hipótesis sea cierta, sigue siendo un misterio. El hecho de que esta sensación suela estar asociada a situaciones que suponen un riesgo para la vida hace que realizar experimentos al respecto sea, cuanto menos, cuestionable. [vía SciShow]