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ÂżCuĂĄntos vasos de agua conviene beber al dĂ­a? Si nos atenemos a la recomendaciĂłn tĂ­pica, la respuestas es ocho. Desgraciadamente, la regla de los ocho vasos no es universalmente aplicable. Un equipo de investigadores ha descubierto una manera mĂĄs sencilla de regular cuĂĄnto hay que beber.

Los problemas de seguir religiosamente la regla de los ocho vasos es que, como todas las reglas generales, es demasiado general. Los problemas comienzan tan solo preguntĂĄndonos de quĂ© tamaño tienen que ser esos vasos. Cambiar esa medida tan difusa por litros tampoco es especialmente intuitivo ni Ăștil ÂżY en verano? ÂżY si hemos estado haciendo ejercicio? ÂżY una persona de 80 años con problemas de riñón?

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ÂżCuĂĄnto es demasiada agua?

Tan importante como saber cuånta agua hay que beber es saber exactamente cuåndo hay que parar. Aunque suene absurdo, el agua también puede ser tóxica para nuestro organismo en grandes dosis. El agua afecta a nuestro organismo a nivel celular. Si ingerimos demasiada agua de golpe y nuestros riñones no son capaces de procesarla, el cuerpo la almacena en los tejidos. En la mayor parte de zonas, las células tienen espacio para expandirse tras absorber el exceso de agua, pero el cerebro no es una de estas zonas. El exceso puede producir un edema cerebral. Es un caso extremo, pero ya ha pasado varias veces en adultos.

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Sin llegar a estos extremos, el exceso de agua provoca hiponatremia, o sea, dĂ©ficit de sodio en nuestro organismo. El sodio es un electrolito importante, y su pĂ©rdida provoca pĂ©rdida del apetito, apatĂ­a, nauseas o desorientaciĂłn. La hiponatremia es el trastorno electrolĂ­tico mĂĄs comĂșn en el ser humano. Su frecuencia es mayor en mujeres, ancianos y pacientes hospitalizados.

Lo que Michael Farrell y sus colegas de Monasch han descubierto es que en realidad no tenemos que ir por la vida haciendo ecuaciones para saber cuĂĄnta agua hemos de beber o cuĂĄndo parar. La respuesta la tiene nuestro propio organismo, que es muy sabio para estas cosas.

Escuchar a tu garganta

Tras estudiar cómo reacciona el organismo de 20 voluntarios en diferentes situaciones de sed, los investigadores han descubierto que al igual que sentimos sed cuåndo nos falta agua, el organismo reacciona rechazåndola cuåndo ya tenemos demasiada. Concretamente, la garganta se contrae cuando hemos bebido demasiado. Ello provoca que sea mucho mås difícil tragar líquido. El cambio en la garganta se une a la inhibición del reflejo de tragar en el cerebro. Farrell y sus colegas han registrado mediante resonancia magnética un aumento en la actividad del cortex frontal cuåndo la persona bebe sin tener sed. Se trata del cerebro anulando la orden que inhibe el reflejo de tragar.

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En otras palabras, el cerebro consciente siempre tiene la Ășltima palabra, pero eso no significa que lleve razĂłn. Farrell y su equipo explican que aunque el mito de los ocho vasos no es dañino, conviene escuchar a nuestro propio cuerpo. Si llevamos tanto tiempo bebiendo que nuestra garganta se cierra y tenemos que forzarla para seguir bebiendo probablemente es buena idea parar. Ya tenemos suficiente agua. [Proceedings of the National Academy of Sciences. vĂ­a Science Alert]