El próximo mes de octubre, el robot Curiosity de la NASA comenzará a subir las arenosas estribaciones del Monte Aeolis Mons, en Marte. La región es una de las zonas en las que las sondas que exploran el planeta han hallado indicios recurrentes de agua líquida. Parece una oportunidad de oro para que Curiosity explore esos indicios en busca de vida pero probablemente no pueda hacerlo por problemas legales.
El obstáculo que se ha interpuesto en el camino de Curiosity procede de la Tierra y se llama Tratado del Espacio Exterior de Naciones Unidas. Uno de los apartados de este acuerdo creado en 1967 compromete a los países firmantes a no contaminar otros planetas con posibles muestras biológicas provenientes de la Tierra. El organismo internacional encargado de velar para que las agencias espaciales se aseguren de no contaminar las sondas y robots que envían al espacio es el Comité de Investigaciones Espaciales (COSPAR).
La NASA, como el resto de agencias espaciales, construye sus dispositivos en salas estériles, pero ni siquiera así se han librado de encontrar microorganismos terrestres extremófilos en el espacio. Es imposible saber si Curiosity podría llevar ahora mismo algunos de estos polizones esperando un lugar adecuado para despertar y colonizar Marte.
A día de hoy se han señalado múltiples zonas del planeta vecino que podrían albergar agua en estado líquido y, quizá, vida bacteriana. El problema es que es imposible saberlo con seguridad. Quizá las corrientes oscuras que se derraman por algunas laderas de Marte ni siquiera sean de agua. Incluso si lo es cabe la posibilidad de que sea una salmuera incapaz de albergar nada vivo.
La actual trayectoria de Curiosity pasará a dos kilómetros de uno de los puntos en los que se han observado estas marcas en la arena conocidas como Líneas de ladera recurrentes (RLS por sus siglas en inglés). Nunca, en los cuatro años de viaje de Curiosity, lo hemos tenido tan cerca.
Lo paradójico del asunto es que incluso aunque lleguemos hasta allí, Curiosity no está preparada para navegar por esas pendientes arenosas y no podría tomar muestras directas. Sin embargo, la mera proximidad ha puesto muy nerviosos a los científicos del COSPAR. Cabe la posibilidad de que, para evitar riesgos de contaminación biológica, los técnicos de la NASA reciban la orden de modificar la trayectoria del robot y evitar la región. Mientras tanto, Curiosity se prepara para emprender su nueva misión tras explorar una formación de rocas. Si nada falla, su corazón de Plutonio podría durar años. Esperemos que sea tiempo suficiente para que en la Tierra tomen una decisión. [Nature vía Scientific American]