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¿A qué sabe el agua pesada empleada en reactores nucleares? un estudio acaba de confirmar que sabe dulce

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Imagen para el artículo titulado ¿A qué sabe el agua pesada empleada en reactores nucleares? un estudio acaba de confirmar que sabe dulce
Captura de pantalla: YouTube

¿A qué sabe el agua pesada? ¿Se puede beber agua pesada y no morir? Un momento... ¿Qué diablos es el agua pesada y por qué protagonizó una de las incursiones más célebres de la Segunda Guerra Mundial? Si alguna vez te has preguntado algo de esto estás en el lugar adecuado.

Comencemos por una definición, el agua pesada es el nombre popular que se le da al óxido de deuterio, 2H2O, o D2O. El deuterio, a su vez, es un isótopo estable del hidrogeno que a veces se conoce como hidrógeno pesado. El agua normal y corriente está formada por moléculas compuestas de un átomo de oxígeno, y dos de hidrógeno en su forma más abundante, llamada protio. Cada átomo de hidrógeno protio tiene un protón y un electrón. Los átomos de deuterio, sin embargo, también tienen un neutrón, lo que incrementa su masa por encima de la del hidrógeno normal del agua.

El resultado de este isótopo en su forma más pura es... agua, solo que un agua con una densidad un 11% mayor que la del agua normal. Aunque no es radioactiva en sí misma, el agua pesada es un buen moderador de neutrones, lo que la convirtió en una valiosa sustancia en los primeros días de la investigación nuclear. En la naturaleza, solo una de cada 3.200 moléculas de agua es agua pesada. La única manera de obtener este compuesto puro es mediante un complejo proceso de destilación y electrólisis.

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Un val de agua pesada producido en la instalación de Norsk Hydro.
Un val de agua pesada producido en la instalación de Norsk Hydro.
Foto: Alchemist HP / FAL License

En 1934, la compañía eléctrica noruega Norsk Hydro aprovechó que la electrolisis ya se daba en sus plantas hidroeléctricas para crear la primera planta comercial de agua pesada del mundo en Vemork. Durante la Segunda Guerra Mundial, la planta cayó bajo control alemán y los aliados, temerosos de que Alemania usara el agua para sus propias investigaciones nucleares, organizó varios asaltos a la planta. El más célebre fue la Operación Gunnerside, en la que un grupo de comandos británico se infiltró en la planta con ayuda del bedel de la misma y logró dinamitar los tanques de electrólisis sin matar a nadie. La operación fue llevada al cine en la película Los héroes de Telemark.

Con la misma composición química que el agua normal y solo una masa mayor ¿Qué ocurre si bebemos agua pesada? y ¿Sabe diferente del agua normal? La primera respuesta la conocemos desde hace tiempo. Aunque no es radioactiva ni altamente tóxica, el agua pesada no es apta para el consumo humano porque en cantidades suficientes interfiere con procesos celulares que están afinados para funcionar con hidrógeno, no con deuterio cuyos enlaces moleculares son ligeramente más fuertes.

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Con todo, si bebemos un vaso de agua pesada probablemente no notemos ningún efecto más allá de cambios en nuestros ritmos circadianos por su efecto sobre el metabolismo. Se calcula que haría falta sustituir más del 40% del agua del organismo por agua pesada para matar a una persona, lo que lo convierte en una mediocre arma asesina. Lo que sí está también bastante claro es que no es buena para la salud. Eso por no mencionar que es mucho más cara que el agua normal.

La segunda cuestión ha tardado más en resolverse. ¿Puede una persona normal diferenciar el agua pesada de la normal solo probándola? La respuesta es sí. Un equipo de investigadores de la Academia Checa de Ciencias ha publicado esta semana un estudio que confirma que los seres humanos somos capaces de diferenciar el agua pesada porque tiene un sabor ligeramente dulce que no está presente en el agua normal.

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El estudio es fascinante no por nuestro sentido del gusto, sino porque demuestra que las variaciones a nivel cuántico en una sustancia pueden tener efectos apreciables a nivel químico. En este caso el agua pesada parece ligarse de manera diferente en ciertas reacciones con las proteínas, y estas afectan a la manera en la que percibimos el sabor en los receptores TAS1R2/TAS1R3. Los ratones, por ejemplo, son incapaces de notar la diferencia, pero nosotros sí, y los investigadores lo han demostrado de forma empírica mediante un grupo de voluntarios a los que se suministró cantidades mínimas del compuesto en un test ciego. [Nature vía Science Alert]