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Cómo un completo desconocido demostró científicamente que los hombres pueden ser multiorgásmicos

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La doctora Whipple se había especializado en estudiar la salud y la sexualidad de las mujeres. Sin embargo, cuando a finales de la década de 1990 un hombre se puso en contacto con ella afirmando que tenía una habilidad física única, la mujer sintió curiosidad. El tipo afirmaba ser capaz de tener múltiples orgasmos.

Lo cierto es que muchas mujeres son capaces de tenerlos. De hecho y como contamos hace un tiempo, Ernst Boas y Ernst Goldschmidt, los inventores del cardiotacómetro y los primeros en medir la frecuencia cardíaca mientras tenemos sexo, estudiaron a una mujer en su trabajo de 1927.

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Ocurre que después de que el hombre experimenta un orgasmo su cuerpo es inundado por las hormonas que cierran la respuesta sexual, un hecho que produce que, de manera temporal, sea imposible volver a alcanzar un orgasmo otra vez. Investigadores anteriores habían registrado un puñado de casos en los que los hombres habían sido capaces de impedir la eyaculación a sí mismos, lo que les había permitido tener múltiples orgasmos.

El hombre multiorgásmico

Pero esto era distinto. El talento del tipo que acudió a la doctora iba mucho más allá. El hombre afirmaba que podría tener un orgasmo con la eyaculación, permanecer erecto, y luego volver a tener otro orgasmo, y así varias veces, una detrás de otra.

Dada la impresionante capacidad que decía que tenía, Whipple no tuvo más remedio que invitar al hombre misterioso a su laboratorio de fisiología en la Facultad de la Universidad Rutgers (Nueva Jersey), espacio donde era profesora. El experimento que tenía en mente era muy simple y es posible que lo estés pensando. La doctora le desafió a sentarse en el laboratorio y realizar su gran truco por el mayor tiempo posible.

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¿Qué ocurrió? Que el hombre del que Whipple jamás dijo su nombre no decepcionó. Aquel tipo procedió a llegar al orgasmo hasta seis veces con seis eyaculaciones en el período de 36 minutos. En ese tiempo mantuvo una erección durante todo el proceso a pesar del malestar de las condiciones propias del laboratorio.

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En este caso y como la misma doctora recogió, nos referimos a un brazalete de presión sanguínea en el brazo, un monitor de ritmo cardíaco en el dedo gordo del pie y a una cámara de infrarrojos delante de su cara, una con la que la doctora estaba escaneando constantemente el diámetro de su pupila.

Detrás de una ventana estaba todo un equipo de investigación observando y atento a aquel portento de la naturaleza. El hombre paró la marca en seis porque según le explicó a la doctora, se sentía “seco” por la falta de aire acondicionado en la sala. Además, juró que en un ambiente más propicio podría haber llegado a diez o incluso más.

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Esto es todo lo que se sabe de aquel misterioso hombre. El único analizado por la ciencia como multiorgásmico. Whipple prometió que jamás daría su nombre verdadero y así se ha mantenido hasta hoy. Tras publicar su trabajo a finales de los 90 ella misma ha informado que otros hombres se han puesto en contacto para reclamarle la misma habilidad. Sin embargo, Whipple no ha querido aceptar más posibles casos.

Quizás no le vio más interés científico a un hecho con el que la mayoría de los hombres sólo pueden soñar.