Hoy el colorante se usa para todo tipo de productos comerciales que van desde telas o medicamentos hasta alimentos (como el yogur de fresa), bebidas, jabones o cosméticos. Es lo que en la industria alimentaria se ha designado con el número E120.

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Se calcula que solo en Estados Unidos, desde 1955 a 2010 el consumo de colorantes alimentarios aumentó en un 500%, sobre todo gracias a los colores superficiales. Sin embargo, una corriente comenzó a cambiar algo a finales del siglo XX: los consumidores se mostraron más preocupados acerca de los productos químicos sintéticos que había en las comidas, exigiendo ingredientes más naturales.

Muchas empresas se volvieron entonces al carmín: no tiene sabor, resiste la degradación de la luz, el calor y la oxidación, y a diferencia de algunos colorantes sintéticos, no se ha relacionado con el cáncer o el crecimiento de tumores.

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Así fue como el carmín terminó en yogures de fresa, frappuccinos o jugos de pomelos. Para averiguar si algún producto lo incluye tan solo busca en los ingredientes “carmín” o “extracto de cochinilla”. En cualquier caso, el carmín es cada vez más difícil de conseguir, razón por la que muchas compañías lo han eliminado de sus ingredientes. [Science Insider]