
Científicos están investigando la posibilidad de que la carne refrigerada y congelada pueda estar contaminada con el coronavirus que causa el covid-19. Funcionarios de Nueva Zelanda y China incluso han especulado que los alimentos congelados importados podrían estar detrás de los casos locales recientes en esos países, pero, por ahora, no hay pruebas sólidas de que alguien haya sido infectado por manipular alimentos.
Recientemente funcionarios de salud de Nueva Zelanda descartaron que los alimentos congelados hayan provocado un reciente resurgimiento de casos de covid-19 allí. Sin embargo, un nuevo estudio publicado esta semana encontró que el coronavirus puede sobrevivir y permanecer infeccioso en la superficie de la carne refrigerada y congelada durante al menos 21 días. Aun así, el hecho de que el virus pueda sobrevivir en determinadas circunstancias no significa que necesariamente se transmita de esa forma.
El nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2, se transmite principalmente a través de gotitas y/o aerosoles infecciosos que se emiten desde la boca y la nariz de una persona infectada, y después son inhalados por otra persona. Pero al principio de la pandemia, también se pensaba que la exposición a fómites (tocar una superficie recientemente contaminada y luego la boca, los ojos o la nariz) era una vía importante de transmisión. Sin embargo, hoy en día, el riesgo de contraer covid-19 a través de fómites se considera relativamente bajo, en comparación con el contacto cercano con personas infectadas. La Organización Mundial de la Salud ha dicho específicamente que no hay evidencia de que los alimentos hayan sido una fuente de infección durante la pandemia, ya sea por comer o tocar alimentos contaminados.
No obstante, por otro lado los funcionarios de salud en China han informado que han encontrado rastros del virus en los paquetes de alimentos congelados, y han teorizado que los alimentos congelados importados de Europa pueden haber sido la chispa inicial de transmisión que llevó a la aparición de nuevos casos en Pekín recientemente, casi dos meses después del último brote documentado en la ciudad. Países como Vietnam y Nueva Zelanda también han experimentado pequeños grupos nuevos de contagiados de covid-19 recientemente, después de períodos aún más largos sin transmisión local registrada, lo que plantea la pregunta de cómo comenzaron.
La idea de que los alimentos congelados sean un conducto de propagación del covid-19 es completamente circunstancial en este punto, y es muy posible que todos estos brotes recientes hayan sido causados por infracciones de las estrictas restricciones y medidas de aislamiento para viajeros promulgadas por países como Nueva Zelanda. En China, por ejemplo, los funcionarios pueden estar motivados políticamente para culpar a terceros por sus recientes brotes, como la carne importada de Europa. Pero este nuevo estudio, publicado en la web de estudios previos a impresión Biorxiv, parece demostrar que es al menos teóricamente posible.
Investigadores de Singapur e Irlanda llevaron a cabo un experimento relativamente simple en laboratorios. Agregaron niveles viables e infecciosos del virus a trozos congelados de salmón, pollo y cerdo extraídos de un supermercado local en Singapur. Luego almacenaron la carne en un refrigerador o congelador, tomando muestras periódicamente para detectar virus infecciosos durante los próximos 21 días. La carne se almacenó a temperaturas de 4 grados Celsius, -20 grados Celsius y -80 grados Celsius.
Los investigadores encontraron que en todas las condiciones los niveles del virus se mantuvieron aproximadamente iguales durante todo el período de estudio. Llegaron a la conclusión de que el virus seguía siendo capaz de infectar a las personas tanto en los alimentos refrigerados como congelados durante ese tiempo, si la persona manipulara la carne y luego se tocara la boca o la nariz. (Ningún caso de covid-19 se ha relacionado con el consumo de alimentos contaminados).
“Nuestro trabajo de laboratorio ha demostrado que el SARS-CoV-2 puede sobrevivir al tiempo y las temperaturas asociadas con las condiciones de transporte y almacenamiento asociadas con el comercio internacional de alimentos”, escribieron.
La investigación previa a la impresión como esta no ha pasado por el proceso tradicional de revisión por pares. Eso no significa que los hallazgos no sean precisos (ni que algo que esté siendo revisado por pares significa que sea definitivamente correcto), pero sí justifica cierto escepticismo cauteloso, al menos por ahora. Y como incluso los autores reconocen, los resultados no sugieren que muchas personas contraigan covid-19 al tocar alimentos congelados.
Pero incluso un evento de transmisión poco común podría significar problemas para contener el virus, si llega a ser posible que ocurra con una frecuencia suficiente. Ya sabemos que las fábricas de procesamiento de alimentos han sido puntos críticos para los brotes de covid-19, en parte debido a sus condiciones de trabajo y porque muchas de las personas empleadas allí viven en comunidades donde la exposición al virus ya es más común. Por tanto, la posibilidad de que los trabajadores de la alimentación se infecten y después contaminen los productos alimenticios ciertamente existe. Debido a que los alimentos se distribuyen internacionalmente, la posibilidad de que los alimentos contaminados lleguen a personas en países más aislados también es real.
“El mercado internacional de alimentos es enorme e incluso se podría esperar que ocurriera un evento muy poco probable de vez en cuando”, señalan los autores.
Este riesgo teórico de transmisión del covid-19 debe estudiarse más a fondo antes de que podamos estar seguros de que existe. Sin embargo, de ser así, destaca la necesidad de mantener a los trabajadores alimentarios vulnerables lo más seguros posible del virus. En cuanto a los consumidores, según los investigadores, podríamos aplicar con mayor rigor las mismas precauciones que de por sí ya deberíamos estar tomando: lavarnos las manos después de tocar alimentos crudos y cocinar bien todo lo que comamos.