
Aunque fue en la década de 1940 cuando el ingeniero Percy Spencer descubrió de forma accidental lo que luego se convertiría en el primer microondas, hubo que esperar hasta finales de la década de 1960 para que se comercializara para el gran público. Entre medias, un uso del aparato “fascinante”.
La historia la cuenta en su último vídeo Tom Scott. Y es que los microondas se utilizaron a lo largo de la década de 1950 para, literalmente, calentar hámsteres muertos en un intento de reanimarlos de nuevo a la vida.
Al parecer, ya en la década de 1940 los investigadores congelaron hasta la muerte a hámsteres y ratas antes de intentar resucitarlos aplicando calor. El objetivo era poder revivir el tejido después de la congelación, algo que tendría aplicaciones obvias en el almacenamiento de sangre y órganos. Sin embargo, la tasa de éxito fue extremadamente baja, y los animales que volvieron a la vida sufrían con enormes quemaduras.
En este punto de la historia aparece el científico James Lovelock, quien observó a una colega que había estado reviviendo hámsteres y sugirió un método mejor. Según le cuenta el investigador a Scott:
Una bióloga, Audrey Smith, pudo revivir a un hámster que había sido congelado. Cuando se despertaron, sufrieron una quemadura gigantesca en el pecho. Eso debe haber sido bastante doloroso y complicado. Pensé que era una forma pésima de hacerlo, así que dije ‘¿por qué no usar diatermia?
En el contexto de la historia, aunque el uso de radiación de microondas para calentar alimentos era relativamente nuevo, la diatermia (el uso de corrientes electromagnéticas para producir calor como una forma de terapia) había existido desde finales del siglo XIX. Así, y a través de su propio dinero, Lovelock compró un transmisor de la Royal Air Force en desuso para utilizarlo en más experimentos.
Cuenta el científico que no le gustó lo desordenado que se veía el transmisor, y en su lugar adquirió algunos magnetrones a través de algunos contactos del gobierno. Luego colocó los magnetrones dentro de una caja que contenía una jaula de faraday, creando lo que era esencialmente un horno de microondas moderno. “Le dije a Audrey, ahora pon tu hámster ahí”, comenta en el vídeo.
¿El resultado? Contra todo pronóstico tuvo bastante éxito y el equipo publicaría varios artículos sobre el tema, incluido “Reanimación de ratas de temperaturas corporales entre 0 y 1 ° C mediante diatermia por microondas”. El mismo describía cómo la nueva técnica de calentar ratas en el microondas en lugar de calentarlas con una espátula de metal caliente mejoró drásticamente la tasa de recuperación, con un 80-100 por ciento de las ratas recuperándose después del enfriamiento. Según el científico:
Pusimos al hámster allí, congelado. Puse el aparato a máxima potencia en el microondas [...] y después de tantos segundos el hámster se despertó y empezó a deambular. En un caso, una sola rata se reanimó 10 veces después de ser enfriada a intervalos de 2 a 10 días cada vez. Las ratas se mantuvieron bajo observación y permanecieron sanas siete meses después de su terrible experiencia.
Para aquellos que estén pensando si es posible llevar a cabo el experimento en casa, Lovelock recuerda que “no aumenta la escala, porque esencialmente no se puede congelar ni calentar un animal de nuestro tamaño lo suficientemente rápido, ni difundir un agente anticongelante en las células lo suficientemente rápido”. [Tom Scott vía IFLScience]