
El radiotelescopio de Arecibo colapsó definitivamente ayer cuando los cables que le quedaban no aguantaron más y el receptor central de 900 toneladas cayó sobre la gigantesca antena parabólica a las 7:55 de la mañana, hora local de Puerto Rico.
El plato reflector ya había sufrido daños en agosto cuando un cable auxiliar se desconectó de su soporte y le dio un enorme latigazo, creando una grieta de 30 metros de largo. Otro cable se rompió en noviembre, lo que precipitó la decisión de desmantelar el observatorio ante el riesgo de un “colapso catastrófico” como el que finalmente ocurrió.

La plataforma móvil de instrumentos cayó desde 140 metros de altura sobre el plato de 305 metros de diámetro, que había sido construido en 1963. La plataforma se puede ver tendida sobre el borde de la estructura, ya que no cayó hacia abajo, sino que se balanceó a un lado después de que un cable defectuoso en una de las tres torres de apoyo fallara.
No se reportaron heridos, pero el derrumbe causó daños considerables en la antena y las instalaciones circundantes, incluido el centro de aprendizaje ubicado cerca de la Torre 12. Las torres de soporte también quedaron parcialmente destruidas: una evaluación preliminar de muestra que la parte superior de las tres torres se desprendió por el colapso y los escombros, incluidos los cables de soporte, aterrizaron fuera del área del plato.

Aún se está evaluando el alcance total de los daños. Se desconoce, por ejemplo, el estado de la instalación LIDAR, que estudia la atmósfera superior de la Tierra. Los equipos de recuperación también están trabajando en mitigar los posibles daños ambientales causados por el colapso. En cuanto a la causa del derrumbe, aún está bajo investigación. Se sabe que los cables estaban expuestos a una humedad excesiva.
El observatorio de Arecibo sufría la falta de financiación y el azote de los huracanes, pero era uno de los radiotelescopios más grandes e importantes del mundo, y atraía a 90.000 visitantes al año. Construido hace 57 años, se utilizó para detectar los primeros exoplanetas y el primer púlsar binario (motivo de un premio Nobel de Física). También se utilizó para estudiar planetas y asteroides cercanos, y para ayudar en la búsqueda de inteligencia extraterrestre, así como para transmitir mensajes al espacio exterior.