Un diseño exquisito, buenos materiales y un (intento) de hacer las cosas diferente en fotografía móvil. Esas habían sido, hasta ahora, las señas de identidad de HTC con todos los One, sus terminales insignia. Este año la jugada se repite, pero se deja por el camino algo mucho más importante: un buen teléfono no es sólo su diseño.
El HTC One M9, que en el fondo no es más que una tímida actualización para poner el hardware del M8 relativamente de acuerdo con lo que es habitual en las gamas altas de 2015, ha terminado por ser uno de los teléfonos más tibios que he probado nunca. Un producto mediocre con un acabado deslumbrante, pero insuficiente. El M9 no es un mal teléfono, tampoco es bueno. Se mueve en ese terreno ambiguo que separa ambos términos y, por desgracia, lo hace sin convencer demasiado.
Veamos por qué.
¿Qué es?
Es un teléfono con una pantalla de 5 pulgadas a 1080 que monta un panel SuperLCD3 con una resolución de 1080x1920 y una densidad de 441 pixeles por pulgada, la misma que el M8. Bajo el capó, monta el último gran procesador de Qualcomm, el Snapdragon 810, y 3 GB de RAM. La cámara trasera, de la que hablaremos más adelante, es de 20 megapíxeles y la frontal es de 4, con tecnología Ultrapixel.
Viene en 3 colores, plata, dorado y lo que HTC llama gunmetal grey, un color que se queda entre el negro cobalto y el gris espacial que tienen los iPhone (para mí, el más bonito).
¿Por qué importa?
Es el flagship de HTC, su terminal insignia, para todo 2015. Es el teléfono que tiene que competir y mirar de tú a tú al iPhone 6, al nuevo Galaxy S6, ya anunciados, y al LG G4 y el Z4 de Sony, que todavía no conocemos. Si piensas comprar un teléfono de gama alta en los próximos mese, el One M9 debe ser, como mínimo, objeto de consideración.
Importa, en esencia, porque es el argumento de HTC para intentar demostrar que todavía son relevantes. Que son algo más que diseños bonitos y cámaras con forma de periscopio.
Bonito por fuera ¿Y por dentro?
No es una sorpresa. El HTC One M9 es bonito, muy bonito. La clase de teléfono que levanta alguna que otra mirada furtiva, la clase de teléfono cuyo diseño sabes que no se va a quedar obsoleto en uno, dos o tres años. En la mano, sobre una mesa o en cualquier momento del ajetreo diario el One M9 reposa con elegancia y se ve, simplemente, bien. Como con cada HTC One antes que él, la taiwanesa ha hecho un ejercicio de diseño digno de aplauso.
Quizá el detalle más polémico, el que ya mencionamos con nuestras primeras impresiones del dispositivo, es ese doble bisel que recorre el borde del teléfono. No es demasiado incómodo, no es feo y tampoco arruina el diseño pero se siente de algún modo innecesario. Trivial. Aleatorio. El tipo de detalle que como no tiene ninguna justificación aparente induce a pensar que está ahí simplemente por el hecho de estar, por marcar de algún modo la diferencia. Cuando lo comparamos contra el HTC One M8, los bordes curvados de este hacen que se sienta más sólido y se pueda sujetar mejor que el One M9, mucho más resbaladizo.
Pero cual bruja en la Bella Durmiente, esa elegancia radiante que desprende todo el diseño comienza a desmoronarse una vez echamos un vistazo al interior. Sense continúa siendo una de las interfaces personalizas más bonitas en el mercado. Por encima del desastre que es TouchWhiz y del mal apaño que hace Sony con los Xperia, en cualquier caso. Sin embargo, con el nuevo Material Design que acompaña a Android 5.0 Lollipop y a estas alturas del partido, se siente de nuevo como un capricho innecesario más que como la respuesta a una necesidad real.
El HTC One M9 (delante) y su predecesor, el HTC One M8 (detrás).
Blinkfeed es un armatoste (desactivable, por suerte) innecesario que palidece cuando instalamos Flipboard. Las nuevas opciones para personalizar la apariencia y los iconos con un par de toques se agradecen, es cierto, pero suenan más como un añadido superficial que como un argumento de venta para un teléfono de gama alta.
La mayoría de añadidos interesantes en Sense, especialmente en el campo de las notificaciones, han llegado por culpa de Lollipop antes que por culpa de HTC, lo cual, supongo, es la mejor manera de resumir el panorama.
Sobre la pantalla. No es una tragedia, no es una mala pantalla, ni monta un mal panel, pero poniéndola al lado de un M8 se ve un claro paso atrás, especialmente en lo que respecta los colores cuando acentuamos el ángulo de visión y al contraste. También tiene algo menos de luminosidad. Una vez más: malo no es igual a “todo lo bueno que debería ser”. Y no lo es.
Batería
Uh. Oh. Problemas.
Comencemos por lo técnico. El HTC One M9 tiene una batería de 2840 mAh. Eso es bastante. La mejor que ha tenido un One hasta la fecha. Además tiene un panel de “sólo” 1080p, alejado de los 2K de resolución de otros terminales de gama alta de la competencia. Así que no debería haber problema. No debería.
Y lo hay. No entiendo muy bien cómo pero lo hay.
Cuando digo que no entiendo muy bien cómo es porque no acabo de encontrar la causa exacta detrás del hecho de que la duración sea tan aleatoria. Hay días en los que he llegado al día de uso (algo justo, eso sí) sin demasiado problema, otros antes de media tarde el marcador de la batería ya estaba en rojo.
En cualquier caso: es una batería insuficiente. Y, sin rodeos, una vergüenza también. Estamos en 2015, la duración de la batería sigue siendo en términos generales la gran tarea pendiente en toda la gama alta (honrosa excepción para el Xperia Z3, quizá) y uno de esos apartados donde se lleva pidiendo, desde años ha, un poco de aire fresco. No sólo se ha fallado estrepetiosamente en tal premisa, sino que además se han quedado muy cortos.
Cámara: con la noche llegan los problemas
HTC intentó durante dos años, y no sin algo de razón, hacer que los Ultrapixels funcionasen. Lo intentó con el M7 y lo intentó con el M8. La promesa parecía buena: mejor calidad en condiciones de baja luminosidad, ese eterno talón de Aquiles en las cámaras móviles, a costa de un sensor con pixeles más grandes.
No funcionó. Y mientras la competencia sacaba músculo fotográfico, HTC intentaba hacerse hueco con unas cámaras que aunque eran las mejores sin ningún tipo de duda cuando se trataba de baja luminosidad, se quedaban muy cortas en el resto.
En el trecho que hay entre el M8 y el M9 alguien en HTC tuvo una idea. Una idea bastante buena además, probablemente la que debían haber tenido desde el principio: movamos los ultrapíxeles a la cámara frontal, donde tienen mucho más sentido, y pongamos una cámara al uso en la parte trasera.
Esa era la teoría. La realidad es, de nuevo, un pequeño despropósito. Sin entrar en aspectos técnicos, la cámara del M9 se comporta de manera aceptable a plena luz del día y en condiciones con buena luminosidad. Sigue lejos de la cámara de un iPhone o de lo que hemos podido probar con el nuevo Galaxy S6, pero es buena, suficiente para el común de los mortales.
HTC One M9 (arriba) vs iPhone 6 (abajo). Con buena luz la cámara no es excelente, ni mucho menos, pero tampoco es un desastre.
Es cuando cae la noche y las luces se atenúan cuando comienza el cuento de terror: mal enfoque, o directamente aleatorio, ruido en la imagen, trepidaciones (imágenes borrosas) y poca definición. No es sólo que para un terminal de gama alta es algo completamente inaceptable, es que he tomado fotografías con un Moto G 2014 sin complicarme mucho la vida (sacar el teléfono del bolsillo, abrir la cámara, tocar para enfocar y disparar) que son mejores que las que yo he conseguido con el HTC One M9 después de un par de minutos de ajustes. Y suerte, bastante suerte.
Al ampliar la imagen se ve el ruido brutal en toda la escena y el edificio iluminado del fondo quemado y sin detalle.
Aunque desde el el teléfono esta foto aparecía medianamente bien enfocada después de muchísimos intentos, al ampliarla se ve como el resultado es una imagen borrosa y sucia.
La cámara frontal para selfies con ultrapíxeles no funciona mal. De nuevo toca moverse en ese terreno ambiguo donde algo no es malo pero tampoco “oh, muy bueno”. Lo que sí está claro, en cualquier caso, es que los ultrapíxeles tiene más sentido delante que detrás.
Nota: todas las fotografías se han hecho con la última actualización disponible al momento de escribir esta reseña. Desde su presentación en el MWC, HTC ha atribuido el comportamiento pobre de la cámara a un “software aún por pulir”. Con todo, la realidad parece ser, simplemente, que la cámara es incapaz de comportarse como debe en baja luminosidad.
Usando el HTC One M9
En muchos sentidos, usar el HTC One M9 se siente como usar un reloj de lujo falso. Un Trolex. Está ahí, en tu muñeca, los materiales parecen los adecuados, da la hora, el segundero se mueve y desde un punto de vista funcional hace todo lo que se supone que debe hacer un reloj. Sin embargo, cuando lo miras, sabes que hay algo que no está bien, que no es correcto, un potencial que no acaba de completarse.
El One M9 no es un mal teléfono. Funciona. La interfaz es bonita y agradable, la velocidad de respuesta de la pantalla rápida y fluida y el tacto del metal del cuerpo del teléfono se siente como algo por lo que pagar casi 700€. En ese sentido, es un terminal gama alta con todas las de la ley.
Es cuando toca ponerlo en contexto cuando el cuidado castillo de naipes sobre el que se erige empieza a desmoronarse. En algunos sentidos (batería, sobre todo, también la ergonomía) es peor incluso que su predecesor de hace un año, el M8. En otros (panel de la pantalla, cámara, funcionalidades añadidas como un sensor de huellas dactilares) no tiene nada que hacer frente a la competencia.
Hablando de añadidos, hay uno donde HTC sí que hay vuelto a graduarse y con nota. Los altavoces frontales con tecnología BoomSound. Son espectaculares. Lo eran en el M7, lo eran en el M8 y lo son (aún más) en el M9. No va a satisfacer las necesidades audiófilas de los más sibaritas porque, maldita sea, es un teléfono móvil, pero no hay nada igual en todo el panorama de smartphones. El HTC One M9 tiene varios defectos, a la vista están, pero BoomSound no es uno de ellos. Creo que es el primer teléfono donde prefiero ver vídeos o escuchar música sin auriculares que con ellos.
Durante el tiempo que he estado probando el teléfono, los primeros días el dispositivo se calentaba más allá de lo normal. El punto incómodo en el que algo en tu mano deja de ser tibio, o cálido, a estar directamente, caliente. Incómodamente caliente. Una actualización de software entre medias, sin embargo, parece haber resuelto relativamente el problema. No es que ahora sea un bloque de hielo, desde luego, pero se calienta bastante menos.
Por lo demás, HTC ha incluido dos pequeños detalles en el M9. Uno es la posibilidad de aplicar y editar temas personalizados en el teléfono. Y bueno, no está mal, pero usarlos se siente un poco como volver a 2009 (¡Android es mejor porque puede personalizarse!). Además, algunos de los packs de iconos predefinidos son simplemente horrorosos. El resto no es nada que no puedas hacer con algo como Nova Launcher.
Ah, la otra novedad es un widget en el escritorio principal con aplicaciones que cambian dependiendo de nuestra ubicación (en casa, en el trabajo o en la calle). Es posible que sea una apreciación muy personal, pero lo eliminé a los 5 minutos. Sin más.
Nos gusta
HTC consigue, año tras año, crear teléfonos que desde un punto de vista de diseño, materiales y buen gusto, me vuelven loco. El M9 es un teléfono con porte, con elegancia, el teléfono que sabe encajar cuando sale de la chaquetón ese día que estás de boda o cuando lo sacas para tomar una foto en un concierto del bolsillo trasero de esos vaqueros raídos que debiste tirar hace dos veranos.
Boomsound es mi segunda funcionalidad favorita con el M9. Suenan muy bien, y se aprecia. Desde detalles tan importantes como ver un vídeo en YouTube de tu banda favorita a otros más triviales como la claridad con la que suena el tono de llamada.
Por otro lado, el teléfono es fluido y funciona bien. No es ninguna locura pero funciona bien, sin más, como debe ser. Yo no he experimentado ningún cuelgue y la interfaz es, en términos generales, fluida. Los selfies de esa cámara frontal con ultrapíxeles, para quien esté buscando un terminal que destaque en ese aspecto, también son un detalle interesante.
No nos gusta
La batería. La cámara. Esos son las dos alarmas rojas de submarino sonando sin cesar en el M9. No es que estén por debajo de la competencia, es que están por debajo de lo que deberían ser, simplemente. Por debajo de lo que se espera de un teléfono de gama alta.
Intentando mirar el vaso medio lleno es cierto, técnicamente, que ambos problemas son solucionables mediante futuras actualizaciones de software. Algo me dice, sin embargo, que eso es poco probable que ocurra.
Pero lo peor con diferencia con el HTC One M9 no son detalles puntuales como la cámara, la batería o Sense. Es el producto final. Es un teléfono... tibio, desapasionado, frío. No sé si “sin alma” es el término más correcto para utilizar aquí, pero supongo que lo describe bastante bien. Es un teléfono que, aunque consigue levantar alguna ceja aquí y allá, en general sólo me despierta una suave indiferencia. La que llega después de esperar más, mucho, mucho más. Y eso, antes que cualquier puntualización concreta, es el mayor problema de todos.
¿Debería comprarlo?
Con el HTC One M9, que cuesta desde 749 euros, esta pregunta se responde con otras: ¿Quieres un teléfono de gama alta, sin más? Si es para ya, miraría en Apple con el iPhone o en Samsung con el próximo Galaxy S6. Si no corre prisa, esperaría a ver qué es lo que tienen que ofrecer Sony con el Xperia Z4 y LG con el G4. Todas esas alternativas son, a grandes rasgos, mejores.
¿Quieres un teléfono con un buen diseño y unos buenos acabados? Aquí el rango se reduce. El iPhone sigue siendo una buena opción, y el nuevo S6 con ese cuerpo en aluminio. Si nos limitamos a Android, con todo, el One sigue superando a mi modo de ver (es una apreciación bastante personal, debo advertir) al S6 en materiales y acabados.
Y si lo que tienes es un HTC y quieres dar el salto a otro de la misma marca, porque HTC, la elección es simple: si tienes un M7 sí, salta sin problemas, si tienes un M8 yo esperaría a ese hipotético M10, las diferencias con el M9 son demasiado tibias para ser tenidas en cuenta y en algunas de las cruciales, com la batería, el M8 es de hecho mejor.
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