Una pantalla mejor, quizá con más brillo o contraste. Un diseño más delgado. Una cámara con más megapíxeles. Un color diferente. Las actualizaciones de los terminales móviles se han vuelto aburridas, repetitivas y poco emocionantes. Frente a eso, y a pesar de sus defectos, el YotaPhone 2 llega con una propuesta radical.
No digo mejor, ni revolucionaria, simplemente radical, diferente. El YotaPhone 2 es un teléfono que tiene sus múltiples matices y errores, algunos de ellos, como el precio, bastante importantes. Pero con todo, después de estar usándolo durante unos días he sentido que por primera vez en mucho tiempo, quizá desde el Lumia 1020, estaba utilizando un terminal que tenía algo diferente que aportar. Veamos si ha sido suficiente.
Qué es
Es un teléfono con doble pantalla, una AMOLED frontal de 5 pulgadas Full HD y una de tinta electrónica trasera. Tiene Android Kitkat 4.4, 2 GB de RAM y 32 de almacenamiento. Es compatible con la mayoría de protocolos inalámbricos de la actualidad, incluido Bluetooth 4.0 y NFC.
Por qué importa
No es la primera vez que alguien intenta hacer un teléfono móvil con dos pantallas. No es ni siquiera la primera vez que alguien intenta hacer un dispositivo móvil con dos pantallas. Pero el palmarés de éxitos en este aspecto, es reducido, de hecho es prácticamente inexistente.
El YotaPhone 2 es el primer móvil que consigue maridar de manera exquisita dos pantallas en un teléfono. ¿Cómo? Porque entiende las virtudes y defectos de cada una y además ambas están lo suficientemente diferenciadas. Tinta electrónica para tener cierta información siempre visible, algunas aplicaciones puntuales y un modo de ahorro de energía extremo. La pantalla AMOLED para todo lo demás.
Usando el YotaPhone 2
La primera vez que encendí el YotaPhone 2 lo hice sin saber muy bien qué esperar. El diseño me parecía aburrido, quizá demasiado parecido al del Nexus S. Las prestaciones, al menos sobre el papel, suficientes pero ninguna maravilla, la versión de Android era la de stock, que en mi opinión es la mejor de todas pero nada que no hubiese probado antes.
Y luego, evidentemente, le di la vuelta. Juguetée un poco con el desbloqueo de la pantalla de tinta electrónica, husmeé las distintas aplicaciones disponibles aquí y allá y comprobé la velocidad de respuesta. Era buena, parecida a la de un Kindle convencional. Acto seguido, le metí una nanoSIM y comencé a cargar el teléfono con mis datos personales. Le añadí mi cuenta de Google, instalé Twitter, Facebook, Citymapper, Snapchat y Telegram. Mi particular biblia de aplicaciones. Investigué un poco más y después, simplemente, me lo metí en el bolsillo.
El resto del día continuó de manera normal, el teléfono salía de su reposo ocasionalmente cuando necesitaba consultar alguna cosa concreta, para leer mi timeline de Twitter y para atender alguna notificación. El uso, en definitiva, que el común de los mortales le da a su teléfono móvil. Cuando las cosas comenzaron a cambiar, sin embargo,fue al llegar a casa y sentarme delante del ordenador.
Coloqué el YotaPhone 2 con cuidado sobre la mesa. Mi primer instinto fue, obviamente, dejar que reposase con la pantalla bloqueada frontal en negro mirando hacia arriba. Después de pensarlo un segundo, en cambio, le di la vuelta y dejé que fuese la pantalla de tinta electrónica la que se quedase mirando hacia a mí.
Ahí comenzó la primera sorpresa. Por primera vez tenía un teléfono delante de mí que, incluso estando en reposo y con un consumo mínimo de energía me estaba mostrando una serie de información que yo encontraba útil: la hora, el tiempo, mis contactos favoritos y un control para el reproductor de música.
Al día siguiente, cuando el YotaPhone 2 volvió a su lugar habitual en mi bolsillo, repetí la jugada: en lugar de colocarlo con la pantalla AMOLED en negro y bloqueada mirando hacia a mí, le di la vuelta y dejé la de tinta electrónica. Pasado un rato, cuando mecánicamente saqué el teléfono al bolsillo para mirar la hora o ver si tenía alguna notificación, volvió a ocurrir lo mismo: no hacía falta "desbloquear" el teléfono propiamente dicho, el 90% de lo que necesito saber habitualmente cuando consulto el móvil estaba ahí, delante de mí.
El YotaPhone había conseguido, en menos de 24 horas, cambiar dos de los paradigmas más invisibles que me ocurrían a diario con mi smartphone: que saco el móvil de manera casi mecánica del bolsillo cada poco tiempo para consultar cualquier cosa tan nimia como la hora (gastando batería en el proceso) y que cuando lo dejo en la mesa mi teléfono pasa de ser un dispositivo extraordinariamente avanzado de comunicación para convertirse en una especie de ladrillo durmiente a la espera de ser desbloqueado para liberar todo su poder.
Los días siguientes fui probando el resto de funciones: hay un lector de libros electrónicos que, aunque es interesante y un añadido casi obvio, tampoco le va a salvar la vida a nadie, especialmente si acostumbras a cargar con el Kindle a todas partes como es mi caso. Hay una aplicación para jugar al ajedrez, otra para jugar a las damas y un lector de RSS que es inútil porque crashea todo el rato. Por lo demás, el 100% de las funciones que he realizado con el YotaPhone son el 100% de las acciones que realizo habitualmente con cualquier teléfono. Sin importar siquiera la marca o el sistema operativo. Lo interesante no es que haga lo mismo, sino cómo lo hace. Y el Yotaphone 2 ha conseguido cambiar mucho de eso.
La última sorpresa, una que aunque sea obvia ni siquiera me había parado a pensar, llegó cuando me encontré fuera de casa, un viernes por la noche y con un 10% de batería. Activé un modo especial llamado YotaMirror que aparece si mantenemos apretado el botón (virtual, por cierto) de inicio. Sí, como Google Now. YotaMirror permite mostrar en la pantalla trasera lo mismo que en la delantera al mismo tiempo que apaga esta última. Esto se traduce en un ahorro de energía brutal (de hecho algunos teléfonos de Samsung hacen algo parecido) que permitió que el YotaPhone llegase a casa, 4 horas más tarde, todavía con un 2% de batería.
No es el teléfono más espectacular del mundo. No es el más bonito (de hecho yo pondría esto como una prioridad para el siguiente modelo), no tiene la mejor cámara del mundo (es bastante mediocre), la pantalla AMOLED, sin ser una locura, es suficiente para el 99% de los usuarios y con un uso normal la batería no dura mucho más de lo que me dura en la mayoría de teléfonos Android, pese a las promesas de mejora en este aspecto. Pero dentro de que es un móvil en la media, me aportó una serie de ventajas y de funcionalidades que, quizá por pillarme completamente desprevenido, son lo más interesante que he probado en smartphones durante mucho tiempo.
El YotaPhone 2 es, como mínimo, un teléfono increíblemente divertido de utilizar. Y no hay muchos que puedan decir lo mismo.
Nos gusta
Su principal ventaja es, como he dicho, esa pantalla de tinta electrónica adicional. Es útil, está bien implementada, tiene ideas curiosas en torno a ella y permite hacer con el YotaPhone 2 algo más de lo que podemos hacer con el 99% de terminales restantes que hay en el mercado. Me gusta también que, huyendo de cualquier tipo de complicaciones, la distribución de Android sea la de stock. Sin florituras.
La construcción, exceptuando los botones de volumen que están demasiado sueltos (esconden también, por cierto, la ranura para la SIM), es sólida y el tacto en la mano muy agradable. Los bordes curvados facilitan que podamos sujetarlo con firmeza y sin miedo a que en cualquier momento se caiga al suelo.
No nos gusta
Por $700 dólares/700 euros es un teléfono caro. Muy caro. Ridículamente caro. Es una lástima porque con un precio mucho más asequible, quizá 100-150 dólares/euros por debajo, habría supuesto una amenaza muy seria para el status quo de la gama alta media-alta de Android.
El diseño de la parte frontal es soso, aburrido y plano. Poco inspirador. La cámara no es mala, pero no es ni mucho menos el tipo de cámara que uno espera en un teléfono de 700 euros. La memoria es de 32 GB y no hay manera de expandirla, algo que puede ser un problema para algunos usuarios.
¿Me lo compro?
Es complicado aconsejar la compra del YotaPhone 2 con ese precio. Puede ser interesante si estás buscando algo que salga del clásico sota, caballo y rey que predomina en la gama alta de Android. Puede ser interesante si estás buscando comprar un teléfono que muy probablemente dentro de unos años se recuerde de manera parecida a los teléfonos de Nokia con forma de hoja o de lápiz de labios. Nunca fueron a ningún lado, pero pusieron sobre la mesa alternativas y maneras diferentes de hacer las cosas.
Utilizar un YotaPhone 2 es una experiencia divertida y, por el momento, original. El tipo de teléfono del que es poco probable que me canse en un tiempo y que tiene funciones que sé que echaré de menos cuando pruebe otros Android. Fuera de eso, el YotaPhone 2 hace exactamente lo mismo que todos los demás. Es un teléfono de nicho. Si crees que para ti es suficiente, dudo mucho que te arrepientas de la compra.