Los aviones son el medio de transporte más seguro del planeta. Sin embargo, de vez en cuando hay accidentes fatales. Cuando un avión tiene una avería grave en el aire, las probabilidades de morir aumentan exponencialmente. Entonces, ¿por qué demonios no hay un paracaídas para cada pasajero?
La respuesta la dan los que más saben de esto, los pilotos y paracaidistas. Por ejemplo el capitán Patrick Graham, quién ofrece la clave desde el comienzo: las aerolíneas no se molestan en añadir un paracaídas para cada pasajero de un avión comercial porque la estadística así lo indica.
Cerca del 98% de los accidentes se producen en las maniobras de despegue o aterrizaje. En ese caso, las probabilidades de que cualquier pasajero se salve saltando del avión con un paracaídas son cercanas a 0.
De forma algo más razonada, el capitán Wigan, piloto de aerolíneas comerciales, explica por qué no podemos hacer uso de un paracaídas en esas situaciones. Para el piloto, “los paracaídas no tienen utilidad en caso de que un avión comercial tenga un accidente. Incluso a los paracaidistas militares les lleva varios minutos de vuelo estabilizarse”. Según Wigan:
Cada pasajero necesitaría el equipo con un tanque de oxígeno, máscara y regulador, el traje de vuelo, el casco y el altímetro apenas para manejar el aire fino. De lo contrario, los pasajeros podrían pasar a la hipoxia.
Wigan se refiere a un hecho sumamente importante, el paracaidismo requiere de un conocimiento previo, y resulta muy difícil que alguien sin las suficientes horas pudiera salir de una situación como la que describimos:
El paracaidismo es una mezcla de nervio, habilidad y fuerza. Uno tiene que forzarse en una corriente de 240 km/h, y mantener una postura que evita enredarse con el paracaídas a medida que se abre, alejarse de sus compañeros y aterrizar con seguridad. Sólo de pensar en el número de víctimas que existirían si un grupo de pasajeros intentara sus primeros descensos en una emergencia, me estremezco. Habría más posibilidades de sobrevivir si un pasajero intenta aterrizar el avión.
Para Andrew Bennigan, otro piloto, existen cuatro claves por las que los pasajeros no se encuentran un paracaídas debajo de su asiento. En primer lugar, “porque son voluminosos, pesados y caros”. El hombre explica que ni siquiera cabrían debajo del asiento normal. Además, necesitarían inspección y reembalaje regulares. Proporcionar cientos de paracaídas por avión se sumaría significativamente a los costes del billete, y finalmente repercutiría en el pasajero.
En segundo lugar, apunta a lo expuesto anteriormente, “los pasajeros no tienen entrenamiento”, y por tanto no saben cómo usarlos. Sin un mínimo de formación la mayoría de la gente ni siquiera sería capaz de atarse el paracaídas correctamente, por lo que no importaría el resto.
En tercer lugar, Hennigan habla del propio diseño de los aviones comerciales: no están hechos para saltar. Las aerolíneas tendrían que rediseñar los aviones con una salida de salto especial, una especie de rampa en la parte trasera como en los aviones militares, ya que las puertas normales por las que salimos normalmente nos lanzarían directamente contra el ala o la cola del avión.
Por último, señala “las pocas situaciones reales en las que podrían salvarse vidas”. Hennigan explica que se necesitarían unas condiciones tan extremas que resulta difícil que ocurra.
El último en ofrecer una valoración es el paracaidista Phil Edwards. Según el hombre, dado que se tarda varios minutos en ponerse un paracaídas, los pasajeros tendrían que llevar uno durante todo el vuelo, algo realmente incómodo y poco práctico, especialmente en los viajes de larga distancia.
Para el profesional, “las fuerzas G de un avión estrellándose son inmensas, por lo que tiene poco sentido que un pasajero inexperto salte del mismo”, finaliza . [Quora, Quora, The Guardian]