Si un médico te dijera que te inyectaras un nuevo virus que han encontrado en el agua sucia de un estanque en Connecticut probablemente le preguntarías sí está loco. La cosa cambia un poco cuando llevas años con una superbacteria incurable devorándote el pecho y el virus es precisamente un asesino de bacterias.
En la naturaleza conocemos 1031 variedades de virus bacteriófagos y el número de nuevos miembros crece cada día. Se trata de organismos cuya biología solo es compatible con la de determinados tipos de bacteria. Cazan, infectan y destruyen bacterias con una eficiencia sobrecogedora, pero para ellos el ser humano es tan interesante como un desierto.
El uso de estos virus para tratar infecciones es un concepto denominado terapia fágica y lleva décadas dando vueltas, pero nunca se han logrado resultados significativos. Los casos cada vez más numerosos de infecciones resistentes a los antibióticos convencionales están haciendo que los científicos vuelvan a examinar las posibilidades de las terápias con bacteriófagos. Se trata, literalmente, de curar con virus.
El doctor Benjamin Chan es uno de esos científicos. Chan trabaja en el departamento de ecología y biología evolutiva de la Universidad de Yale. Sobre su laboratorio hay otro departamento que estudia peces y Chan a menudo pide las muestras de agua sobrante en busca de virus bacteriófagos. En una de esas muestras, el investigador encontró un virus compatible con una superbacteria denominada Pseudomonas aeruginosa que estaba haciendo la vida imposible a un paciente desde hace años.
El paciente anónimo contrajo la infección a resultas de una operación de corazón hace años. Desde entonces necesita someterse a dosis masivas de antibióticos por vía intravenosa. El tratamiento lograba contener la superbacteria, pero no acabar con ella. Chan se puso en contacto con esta persona y le ofreció someterse a un tratamiento alternaticvo poco común: inyectarse el virus bacteriófago que había encontrado junto a los antibióticos.
Los resultados acaban de publicarse en la revista Evolution, Medicine, and Public Health. El paciente lleva 18 meses libre de la infección. No solo eso, además de devorar la bacteria con auténtico entusiasmo, el virus la ha debilitado de tal manera que ha vuelto a ser sensible a los antibióticos que antes no acababan con ella.
El propio Chan se muestra cauteloso porque se trata de un único caso y sus resultados, aunque muy prometedores, no pueden extrapolarse aún. Para aprobar una terapia fágica como esa, Chan y sus colegas tienen que dedicar años a realizar ensayos clínicos, y eso cuesta mucho dinero. Mientras llega la financiación, el experto de Yale sigue coleccionando y clasificando virus asesinos... de superbacterias. Es un arsenal único que quizá salve muchas vidas en el futuro. [Evolution, Medicine, and Public Health vía Motherboard]