Lilias Adie fue arrastrada ante un tribunal en 1704, acusada de brujería. Fue de las pocas que se libró de arder en la hoguera, pero solo porque murió en prisión antes de que sus jueces ejecutaran la sentencia. 300 años más tarde la ciencia forense nos permite mirar a la cara de aquella “bruja”.
Adie es probablemente el único caso de una mujer acusada de brujería cuyos restos han llegado hasta nosotros. El resto ardieron en la hoguera, haciendo imposible su identificación o reconstrucción forense. Eso no hizo que su caso fuera menos horrible. La mujer fue torturada hasta confesar haber tenido sexo con el mismísimo diablo tres años antes en un pajar. También reconoció ser bruja y probablemente hubiera reconocido cualquier otra cosa que sus torturadores hubieran querido.
Antes de que pudieran quemarla, Lilias Adie murió en su celda. La causa de la muerte no está clara, pero se sospecha que se suicidó. Sus restos fueron enterrados fuera de las murallas de Torryburn, su villa natal en Escocia, bajo una enorme losa para impedir que el diablo resucitara su cadáver.
Casi un siglo más tarde, sus restos fueron exhumados y vendidos a la Universidad de Dundee, donde fueron documentados mediante fotografías y mediciones antes de desaparecer de nuevo. Esas imágenes han servido al artista forense Christopher Rynn para reconstruir la cara de Lilias Adie para un programa especial de la BBC. Si la expresión pacífica de la mujer te sorprende, Rynn tiene una buena explicación al respecto:
No hay nada en la historia de Lilias que sugiera que fuera otra cosa más que la víctima de unas horribles circunstancias, así que no vi ninguna necesidad de ajustar su expresión para convertirla en algo inquietante o amenazador. La expresión tranquila y amable surgió de manera natural.