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Un nuevo macroestudio sobre dietas desmonta dos de los mayores mitos sobre perder peso

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Enseña a 600 personas a comer más vegetales y evitar loa azúcares añadidos durante todo un año y resulta que pierden peso. No hay conclusiones muy sorprendentes sobre cómo perder peso en el nuevo estudio DIETFITS publicado hoy. Lo que si es sorprendente son las conclusiones sobre cómo no hacerlo.

Estas son las principales conclusiones del estudio, publicado en la revista JAMA Nutrition:

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  • Las dietas bajas en carbohidratos y las bajas en grasas funcionan exactamente igual.
  • Ambas dietas terminan ingiriendo menos calorías sin tener que contarlas.
  • La respuesta del organismo a la insulina (cuánta insulina se libera en respuesta a una dosis de azúcar) no sirve para predecir cuál de las dietas es mejor.
  • Las variaciones en el ADN que supuestamente predicen el éxito de la dieta no significan nada.
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En Examine.com han analizado el diseño y los resultados del estudio y es ese tipo de estudio que los demás estudios les gustaría ser. Es muy extenso (300 personas por grupo). Además, es un estudio de control aleatorio, lo que en este caso significa que las personas estuvieron bajo estricto control respecto a la dieta que seguían. Los investigadores no se limitaron a preguntar a los voluntarios qué comían. Tampoco se conformaron con un par de preguntas sobre antecedentes médicos. No es, en definitiva, un estudio que se limita a una encuesta muy larga en la que tienen la esperanza de cazar alguna tendencia.

Las dietas que sí funcionaron

El grupo de los que redujeron las grasas lo hicieron a un ritmo de 20 gramos por día. Eso es, por ejemplo, lo que hay en cuatro cuacharaditas de acéite de oliva o en tres cuartas partes de un aguacate. Una sola hamburguesa doble con queso del McDonalds ya sobrepasa ese límite.

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Los que siguieron una dieta baja en carbohidratos también redujeron su ingesta en 20 gramos. Eso hace supuestamente que tu organismo altere su metabolismo para quemar grasas. Por citar una referencia, media taza de arroz son 22 gramos de carbohidratos.

Ambos grupos asistieron a un curso impartido por dietistas profesionales una hora a la semana durante los primeros meses de la dieta y un poco menos a media que progresaba el año. En las primeras ocho semanas les enseñaron cómo mantener a raya su ingesta de carbohidratos y grasas. Poco a poco ajustaron esa dieta para aumentar la ingesta y comprobar la tolerancia sin dejar de perder peso o disfrutar de su comida. Esto es lo que aprendieron al respecto:

Los asignados al grupo bajo en grasas fueron instruidos para elegir alimentos de grano completo en lugar de aquellos con harinas. Eso incluye avena completa, farro, cebada, quinoa, arroz integral y arroz salvaje. Los que podían permitírselo desde el punto de vista de salud también comieron un amplio abanico de legumbres y semillas, fruta fresca, productos bajos en grasas y carnes magras.

Los asignados al grupo bajo en carbohidratos fueron instruidos para consumir grasas de alta calidad como aguacate, quesos curados, frutos secos y semillas. Durante la primera fase (las primeras ocho semanas) y en adelante, el grupo fue incorporando pequeñas cantidades de grasa y carbohidratos siempre lo mas saludables posible.

Este tipo de alimentos suelen ser más caros que sus variantes industriales, de manera que se estableció una escala para que los participantes, aunque se les animara a elegir el producto de la mejor calidad posible, tuvieran alternativas más razonables y realistas (pan orgánico competo con un mínimo de ingredientes seguido de el mismo pan con algunos aditivos, seguido de pan refinado con harina de trigo, por ejemplo).

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Muchos participantes no lograron llegar a la meta de los 20 gramos diarios. La media que lograron los bajos en carbohidratos fue de 96,6 gramos diarios de carbohidratos al cabo de ocho semanas y 132 gramos al final del año. El grupo bajo en grasas logró 42 gramos en la primera fase y 57 gramos a final del año.

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Pero incluso aunque la gente no se esforzó al máximo, casi todos perdieron peso sin importar en qué grupo estuvieran. La media de los dos grupos fue de entre 5,4 y 5,8 kilos, pero la variación individual es muy amplia. En examine.com han reunido los datos en un gráfico y hay personas que perdieron 11 kilos y algunos que hasta ganaron algo de peso.

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Lo que no importa al hacer dieta

Este estudio no sirve para averiguar porqué hay personas que responden mucho mejor que otras a las dietas. Los participantes solo probaron una de ellas, así que no se sabe si hubieran tenido mejor resultado con la otra.

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Los investigadores tenían la esperanza de que los genes revelaran esas respuestas, pero no fue así. Anteriores estudios han identificado los genes PPARG, ADRB2, y FABP2 como posibles indicadores de que una dieta sea más apropiada para un individuo que otra. Los investigadores buscaron una serie de variantes conocidas como rs1801282, rs1042714, y rs1799883 asociadas con tener poco éxito haciendo dieta. La idea era determinar si estos genes se correspondían mejor con una u otra dieta. Los investigadores estaban entusiasmados con la idea, pero los resultados han sido un jarro de agua fría. No hay predisposición genética que permita decidir entre una y otra.

Resulta, por cierto, excelente, que se publique un estudio con resultados que contradicen completamente lo que los investigadores querían probar y que estos no traten de retorcer los resultados. Saber lo que no funciona es muy útil en una época en la que los consejos dudosos sobre genes y dieta abundan.

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La secreción de insulina tampoco sirve para predecir si una dieta tendrá éxito o no. Cuando comes carbohidratos, tu páncreas bombea insulina en la sangre para que las células absorban los nutrientes. Las personas con diabetes no logran hacer suficiente insulina (diabetes de tipo 1) o sus células no responden a ella (diabates de tipo 2).

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Los investigadores estudiaron qué pasaba con los niveles de insulina 30 minutos después de beber una dosis masiva de azúcar. La diabetes de tipo 2 se asocia con la obesidad, así que los investigadores querían comprobar la teoría de que las personas que producen mucha insulina funcionan mejor con una dieta basada en bajos carbohidratos. Tampoco es cierto.

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¿En qué me puede ayudar todo esto?

El estudio se ha realizado sobre un grupo muy específico de personas. Se trataba de habitantes de Stanford y San Francisco con alto poder adquisitivo que pueden permitirse comprar alimentos de alta calidad y elevado precio. Eso significa que no sabemos si es aplicable a todos.

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Además, el estudio solo incluye personas con un índice de masa corporal (IMC) de entre 28 y 40 y entre 18 y 50 años. No se permitieron en el estudio personas con diabetes, problemas de corazón, cáncer, tensión arterial alta, mujeres embarazadas o en período de lactancia. Eso deja fuera a muchas personas que también quieren perder peso por motivos médicos.

El estudio se enfocó en comer más vegetales y menos azúcares, pero no sabemos si eso es suficiente. Es probable que otra persona necesite limitar la ingesta de un nutriente concreto. Hubiera sido interesante ver un grupo de control que simplemente hubiera comido más sano sin una dieta específica.

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Finalmente, no sabemos porqué unas personas perdieron 11 kilos y otras ganaron 4. Los investigadores trabajan en nuevos estudios para encontrar más respuestas. Lo único claro es que da absolutamente igual que te metas en una dieta bgaja en carbohidratos o una baja en grasas. Ambas deberían funcionar igual.