Los científicos han dado con un microbio eucariota que no tiene mitocondria, uno de los orgánulos de la célula que se creía indispensable para la vida de animales, plantas, hongos y protistas. En este último reino, el de los protistas, un organismo unicelular dice que es hora de actualizar los libros de texto.
Hace 1.500 millones de años, una célula procariota se asoció con una bacteria, la mitocondria, y dio lugar a un tipo de células más complejas: las eucariotas. Los biólogos creen que, si la evolución no hubiera dado ese paso, hoy no seríamos más que un conglomerado de bacterias. La mitocondria es la central eléctrica de la célula: obtiene y suministra la energía necesaria para la actividad celular.
En otras palabras, los seres eucariotas no podemos vivir sin las mitocondrias. O eso creíamos. Un equipo de investigadores encabezados por Anna Karnkowska (doctora en biología evolutiva de la Universidad de British Columbia) ha descubierto que hay un organismo unicelular, del género Monocercomonoides, que no tiene ningún rastro de la mitocondria en su genoma —y no lo necesita. Los detalles han sido publicados por la revista científica Current Biology.
Este microbio vive en el intestino de la chinchilla, donde los nutrientes son abundantes, pero el oxígeno escasea. La mitocondria necesita oxígeno para producir energía, así que la célula se ha adaptado para descomponer su alimento con las enzimas de su citoplasma. No sólo eso. Las mitocondrias también se encargan de sintetizar grupos de hierro y azufre que son esenciales para una variedad de proteínas. El amigo Monocercomonoides ha tomado prestados de las bacterias unos genes que realizan la misma función. No necesita a la mitocondria para nada, y ha evolucionado para perderla por completo de su genética.
Esa es la gran novedad. Los biólogos ya conocían otros protistas adaptados a la falta de oxígeno, que habían perdido la mayor parte de la mitocondria porque no la necesitaba para realizar la respiración celular. Pero se creía que unos residuos de mitocondria eran indispensables para la construcción de proteínas ferrosulfuradas, implicadas en las reacciones de oxidación-reducción. Una transferencia genética horizontal a partir de bacterias liberó a un antepasado de estas células de la obligación de mantener la mitocondria.
“Nosotros hemos caracterizado un microorganismo que está muy claro que no posee ninguna mitocondria en absoluto”, dice Anna Karnkowska. “Este organismo ha evolucionado más allá de los límites conocidos en los que se mueven los biólogos. Y creemos que puede haber muchos otros ejemplos similares en la diversidad desconocida hasta ahora del mundo de las eucariotas microbianas, los protistas”. [Current Biology vía Next, Science Magazine]