
La exposición excesiva a los rayos dañinos del Sol es un riesgo laboral para los astronautas, que en consecuencia podrían desarrollar cáncer o una enfermedad cardiovascular. Por lo menos, eso era lo que pensábamos. No obstante, una nueva investigación demuestra que los astronautas no se están muriendo antes de tiempo, aunque los científicos advierten de que las misiones espaciales de larga duración podrían suponer grandes riesgos.
Tras un análisis de los astronautas y los cosmonautas que han viajado al espacio, un estudio publicado hoy en Scientific Reports no encontró ninguna conexión entre la radiación espacial y un mayor riesgo de muerte debido al cáncer o la enfermedad cardiovascular. Es un resultado sorprendente, aparte de alentador, dado que durante mucho tiempo se asumió que la exposición a la radiación ionizante dañina eventualmente afectaría a los astronautas a lo largo de sus vidas, posiblemente causando la muerte prematura.
Dicho eso, el autor principal del nuevo estudio, Robert Reynolds del centro Mortality Research & Consulting, Inc. en California, advirtió que hay más posibilidades de que las misiones de larga duración realizadas lejos del campo magnético protector de la Tierra, como por ejemplo una misión a Marte, sean peligrosas y afecten negativamente a la esperanza de vida de los astronautas.
Para el nuevo estudio, Reynolds y sus colegas realizaron un análisis estadístico de datos históricos públicos. Analizaron a 418 individuos que habían viajado al espacio, entre los cuales se encontraban 301 astronautas y 117 cosmonautas.
El estudio tomó en cuenta todos los astronautas de la NASA desde 1959 y todos los astronautas de la Unión Soviética y Rusia desde 1961. Todos realizaron un viaje al espacio antes que julio del 2018 (en el caso de los astronautas) o antes que diciembre de 2017 (en el caso de los cosmonautas). Se realizó un seguimiento de salud de los astronautas tras aproximadamente 24 años. En el caso de los cosmonautas, el seguimiento se realizó tras 25 años.
Desde 1959, se han registrado 89 muertes, 53 de astronautas y 36 de cosmonautas. Estos individuos murieron por varias razones, pero Reynolds y su equipo solamente estaban interesados en dos causas particulares, el cáncer y la enfermedad cardiovascular, ya que estas enfermedades potencialmente podrían estar relacionadas con la exposición a la radiación.
Un 30% de los astronautas analizados murieron de cáncer y menos de un 15% murieron por causa de enfermedad cardiovascular. Las estadísticas fueron un poco diferentes para los cosmonautas. En ese caso, mitad murieron de la enfermedad cardiovascular y un 28% murieron de cáncer.
Aunque estas estadísticas parezcan altas y alarmantes, el análisis de Reynolds sugiere que los datos no están fuera de lo normal. No se detectó ninguna tendencia en los datos que indicara una causa común de muerte, concretamente una causa relacionada con la exposición a la radiación.
“Si la radiación ionizante afecta el riesgo de muerte relacionado al cáncer y a la enfermedad cardiovascular, el efecto no es dramático”, concluyeron los autores del nuevo estudio.
No obstante, estas son “dosis históricas de radiación espacial”, comentan los autores. Aparte de las misiones Apollo, los astronautas y los cosmonautas en órbita terrestre baja estaban protegidos por el campo magnético de la Tierra. La situación en el futuro, cuando los astronautas viajen al espacio profundo, será considerablemente diferente. Según los autores:
Es importante destacar que futuras misiones de exploración espacial profunda probablemente conlleven unas dosis más grandes de radiación espacial que las dosis históricas, lo cual conducirá a un perfil de riesgo diferente para futuros astronautas y cosmonautas. En los próximos años es imperativo que los epidemiólogos continúen su vigilancia de las poblaciones de astronautas y cosmonautas para observar los posibles efectos dañinos de la radiación espacial utilizando métodos a la vez nuevos y familiares. Esto será integral para apoyar las ambiciones humanas para la exploración y eventual colonización de nuestro sistema solar.
Desgraciadamente, una misión a Marte podría quitarle años a la vida de una persona si no se desarrollan trajes espaciales con escudos especiales. Una investigación de la NASA de 2013 concluyó que, sin la protección adecuada, los astronautas que viajan a Marte serían expuestos a la misma cantidad de radiación que contiene un TAC de cuerpo entero. No obstante, los astronautas serían expuestos a esta cantidad de radiación aproximadamente una vez a la semana durante un año.
Un viaje de ida y vuelta a Marte consecuentemente expondría a los astronautas a dos tercios de la radiación permitida durante la vida humana. Y eso no incluye el tiempo en la superficie marciana, que tiene una atmósfera lamentablemente delgada y un campo magnético débil.
En conclusión, el nuevo estudio es alentador para los astronautas que viajan en órbita terrestre baja, pero dado nuestro deseo de ir más allá, necesitaremos desarrollar soluciones viables si queremos viajar en el espacio profundo de forma segura.