
A las abejas macho, conocidas como zánganos, les pasa algo desagradable después del coito. Su único propósito biológico es aparearse con la reina, y mueren después de depositar sus espermatozoides. No obstante, los zánganos a veces hacen algo curioso durante el coito antes de morir: inyectan a las reinas con toxinas cegadoras para evitar que busquen a otros.
Es una cuestión de continuidad. Una abeja reina puede aparearse con hasta 90 machos y volver a la colmena con hasta 100 millones de espermatozoides en sus oviductos. Sin embargo, cada zángano que se aparea con la reina quiere que sus genes se reproduzcan. Si la reina vuelve a salir, las probabilidades de que eso ocurra disminuyen.
Por lo tanto, los zánganos tienen un pequeño truco. De acuerdo con Boris Baer, profesor de entomología en la Universidad de California Riverside, cuando aparean con la reina, los machos le inyectan con toxinas para cegarla y mantenerla en la colmena. Baer y su equipo han estado investigando el fluido seminal de los zánganos durante la última década y recientemente publicaron sus hallazgos en el diario eLife.
Al parecer, la toxina cambia cómo funcionan las genes responsables por la visión dentro del cerebro de la reina, aunque Baer y su equipo no están seguros de cómo funciona el mecanismo.
Para comprobar su teoría, los científicos inseminaron las reinas con el fluido seminal y con solución salina. A continuación, conectaron electrodos pequeños a sus cerebros y analizaron su reacción a una luz parpadeante. Las reinas que fueron inseminadas con la toxina de los machos no pudieron ver bien durante un tiempo, aunque el efecto al final terminó desapareciendo.
Sin embargo, considerando que el objetivo de los zánganos es mantener a las reinas en la colmena, no tienen mucha suerte. Los investigadores colocaron dispositivos de RFID en las reinas para ver si salían de la colmena tras ser inseminadas con la toxina. Observaron que las reinas que no podían ver muy bien dejaban la colmena antes de las que habían sido inseminadas con solución salina.
Según Baer y su equipo, el comportamiento podría ser una respuesta enfadada de la reina a lo que le han hecho los zánganos. Algo como: ¿Acaso quieres que me quede en la colmena? Ya te diré yo quien se queda en la colmena.
Al final, esta táctica puede tener consecuencias mortales para las abejas reina. El equipo de investigación observó que solo un 40% de reinas inseminadas con la toxina cegadora pudieron volver a sus colmenas. Mientras tanto, un 90% de reinas inseminadas con la solución salina lograron volver.
Por lo tanto, si el objetivo de las abejas macho es asegurarse de que haya más posibilidades de que la reina produzca descendencia con sus genes, puede ser contraproducente que la cieguen. Si la reina muere porque no puede ver bien y no logra volver a la colmena a poner huevos, significa que la muerte y el esfuerzo del zángano no sirvieron de nada.