
Hay que añadir otro problema al listado de cosas malas que te pueden ocurrir en el espacio. Un nuevo estudio publicado esta semana describe el caso de un astronauta a bordo la Estación Espacial Internacional (EEI) que desarrolló un coágulo de sangre peligroso, el primer caso de este tipo documentado en el espacio.
De acuerdo con el estudio, publicado esta semana en el New England Journal of Medicine, el astronauta de la NASA, cuyo nombre no fue revelado, había completo dos de seis meses de su misión en la EEI cuando un ultrasonido rutinario detectó algo poco normal. Se trataba de una trombosis, o un coágulo de sangre, en la su vena yugular izquierda que había restringido el flujo sanguíneo del astronauta.
Los coágulos de sangre siempre pueden suponer un riesgo para nuestra salud, pero este tipo de coágulo es especialmente peligroso. Se puede desprender y terminar en el flujo sanguíneo, lo cual podría causar una obstrucción mortal, o una embolia, en nuestros pulmones, cerebro u otros órganos vitales. Esta obstrucción también puede producir a una infección extendida, conocida como sepsis, que puede “apagar” a nuestros cuerpos.
Aunque el astronauta no había experimentado síntomas físicos, era una situación completamente nueva para los profesionales en la EEI y los médicos en la Tierra encargados de tratar al paciente en el espacio. En primer lugar, no tenían ni idea de cómo el coágulo se comportaría en el entorno de microgravedad. Además, tampoco sabían si el espacio afectaría la utilidad de los medicamentos anticoagulantes.
El equipo en el la EEI solo tenía una cantidad limitada de anticoagulantes, y se tenía que administrar con una jeringa, otro objeto valioso en el espacio. Y si la medicación causaba serias complicaciones, como un sangrado incontrolado, no tenían fármacos disponibles para corregir los efectos anticoagulantes.
Afortunadamente, no ocurrió tal tragedia. En cuanto el astronauta empezó la terapia, se redujo el tamaño del coágulo. Un mes después, una misión de suministros le llevó a los astronautas anticoagulantes y medicinas que cancelen los efectos de las anteriores si el tratamiento no funciona.
El astronauta dejó de tomar la medicina cuatro días antes de volver a la Tierra para reducir las posibilidades de desarrollar lesiones serias. Una revisión realizada cuando estaba en la Tierra reveló que el flujo sanguíneo había vuelto a la vena afectada, y el coágulo en sí desapareció 10 días después de que el astronauta llegara a la Tierra. Seis meses después, los médicos determinaron que el astronauta parecía estar totalmente recuperado.
A pesar de las buenas noticias, los autores del estudio afirman que la experiencia debería servir como una lección sobre los numerosos factores desconocidos de los viajes al espacio.
“Estos nuevos hallazgos demuestran que el cuerpo humano nos sigue sorprendiendo en el espacio”, comentó Serena Auñón-Chancellor, una profesora asociada de medicina en la Louisiana State University y un miembro de los Astronaut Corps de la NASA, en una declaración publicada por la universidad. “Aún no hemos aprendido todo sobre la medicina aeroespacial o la fisiología espacial”.
Aunque Auñón-Chancellor y su equipo destacaron la cooperación entre varias agencias espaciales y médicos en la Tierra en la resolución de la situación inesperada, también advirtieron de que misiones futuras necesitarán estar mejor preparadas, especialmente porque las personas en las misiones están viajando a un sitio donde no tienen acceso a ayuda inmediata.
“La pregunta más grande que permanece es, ¿cómo nos haríamos cargo de esta situación en una misión de exploración a Marte? ¿Cómo nos prepararíamos de forma médica? Necesitamos investigar más para poder entender mejor cómo se forman los coágulos en este entorno y [crear] posibles soluciones”, afirmó Auñón-Chancellor.