Cuando llega el verano, muchas personas cambian su toalla del gimnasio por una de playa. Dejamos de movernos tanto porque, se supone, necesitamos descansar. No obstante, vivir una vida sedentaria durante unas semanas puede tener un impacto duradero en tu cuerpo.
Dos nuevos estudios han encontrado que dejar de hacer ejercicio durante unas semanas puede tener un impacto sobre nuestro metabolismo y sobre las funciones de salud en las que influye. Además, estos efectos negativos pueden persistir aún cuando las personas se empiezan a mover y hacer ejercicio de forma regular otra vez.
En cierta forma, ya sabíamos que esto ocurría. Investigaciones antiguas han estudiado este efecto en personas jóvenes y activas, que muchas veces eran estudiantes de universidad. En esos estudios, los jóvenes se quedaban en sus camas o en sus sillas durante días. Los efectos eran inmediatos: desarrollaban un alto nivel de azúcar en la sangre y los primeros síntomas de resistencia a la insulina.
Pero cuando volvieron a su rutina normal, sus metabolismos se estabilizaron dentro de uno o dos días y sus niveles de insulina y de azúcar bajaron.
Sin embargo, no toda la población está compuesta por estudiantes de universidad, y no estaba claro si adultos experimentarían las mismas consecuencias si dejaran de moverse. Los dos nuevos estudios, publicados este verano, proporcionan nueva información sobre las experiencias de otros grupos de la población.
En un estudio, que se publicó en junio en el diario Diabetologia, investigadores de la Universidad de Liverpool y otras instituciones le dijeron a hombres y mujeres adultos que de repente dejaran de ser activos y que se sentaran más. Antes de participar en el estudio, los voluntarios eran activos y caminaban un promedio de 10.000 pasos la mayoría de los días. También eran metabólicamente sanos, según las pruebas, y no tenían diabetes, aunque algunos tenían familiares cercanos que padecían de la enfermedad.
Durante el estudio, los participantes redujeron sus pasos diarios a menos de 2.000 y se sentaron durante tres horas y media cada día. Mantuvieron esta rutina por dos semanas.
Al terminar las dos semanas, los investigadores realizaron pruebas para medir el metabolismo de los voluntarios y su composición corporal. Después, le pidieron a los participantes que retomaran sus antiguos niveles de actividad durante dos semanas, momento en el cual repitieron las pruebas de metabolismo y composición corporal.
Los resultados eran preocupantes. Investigadores declararon que los participantes habían desarrollado un “trastorno metabólico” durante las dos semanas que no hicieron ejercicio. El nivel de azúcar en su sangre habían incrementado y su sensibilidad a la insulina se había reducido. Además, sus perfiles de colesterol habían empeorado y habían perdido masa muscular en las piernas y adquirido grasa en el abdomen.
Estos trastornos desaparecieron cuando los participantes empezaron a ser activos otra vez.
Curiosamente, algunos de los voluntarios no retomaron el ejercicio al mismo nivel que antes del estudio, y no está claro el porqué de esta decisión. Por lo tanto, seguían teniendo algunos síntomas leves de resistencia a la insulina dos semanas después de empezar de moverse a su antiguo ritmo.
Por otro lado, en el segundo estudio, publicado en julio en el diario científico The Journals of Gerontology, los efectos de dejar de moverse eran mucho más serios.
La investigación estudiaba a personas mayores de 65 años en riesgo de desarrollar diabetes porque tenían el azúcar alto. No obstante, eran sanos y vivían una vida activa, caminando alrededor de 7.000 o 8.000 pasos cada día. Para el estudio, los participantes de repente dejaron de hacer ejercicio y redujeron sus pasos a menos de 1.000 al día durante dos semanas. Retomaron sus rutinas normales durante las siguientes dos semanas.
Tal como en el otro estudio, los participantes experimentaron una empeora del azúcar en su sangre cuando no se movieron. También incrementó su resistencia a la insulina y aparecieron indicaciones de que posiblemente perderían masa muscular. Investigadores tuvieron que sacar a algunos del estudio porque desarrollaron diabetes del tipo 2 después de dejar de ser activos.
Uno de los hallazgos claves del estudio vino de lo que pasó después de que los participantes resumieran sus antiguos niveles de actividad. Dos semanas después, los cambios metabólicos que habían experimentado los voluntarios aún no habían desaparecido.
¿Qué significa esto? De acuerdo con Chris McGlory, un investigador en la McMaster University en Canadá que lideró el estudio de las personas mayores, los hallazgos demuestran que unas semanas de poca actividad podrían impactarnos físicamente, quizá por un largo periodo de tiempo. Las consecuencias en salud serán más severas según la edad.
“No es poco común que las personas mayores se pongan enfermas o se lesionan y terminen en el hospital o en sus casas durante varias semanas, o que alguien joven decida que quiere unas semanas de vacaciones [en las cuales no hace ejercicio de forma regular]”, afirma McGlory.
“Pero si es posible”, dice McGlory. “No dejes de moverte”.