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De nuevo, es una cuestión de “tenderte trampas” o, mejor, tener la voluntad de cambiar las cosas. Rodearte de gente cuando acaba la jornada. Coger el teléfono en lugar de mandar un mail. Hacer videollamadas con tu jefe o tu cliente, siempre que tenga sentido. Reunirte con ellos en persona, si es posible. Almorzar fuera de casa con tu pareja, tu amigo o algún compañero (pero sin atiborrarte: hay pocas cosas peores que volver al trabajo con la barriga llena a la hora de la siesta).

Lo del almuerzo da para un artículo aparte. Tengo el mal hábito de comer frente a la pantalla casi todos los días, lo que alimenta la sensación de aislamiento y, sobre todo, es una terrible forma de gestionar tus descansos. Una buena rutina de pausas y descansos es imprescindible para refrigerar la cabeza y mantenerse productivo. El riesgo de burnout aumenta exponencialmente si al estrés del día a día le sumas una carga irresponsable de trabajo. En serio, puedo notar el chute de productividad cuando vivo, como y descanso de forma más saludable.

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Trabajando desde casa, sin embargo, lo natural es que los horarios se difuminen. Craso error. Aunque trabajes por objetivos en lugar de por horarios, tienes que tener claro que las jornadas no se pueden alargar eternamente; por tu salud mental. Es un tema que además tienes que dejar muy claro con las personas que viven contigo: si te rodeas de distracciones, lo más probable es que te distraigas. Y por experiencia sé que las distracciones te llevan a trabajar más horas. No quiero ni pensar en las horas extras que he trabajado estos últimos años por sentirme culpable tras un día improductivo.

Pero las distracciones son solo la punta del iceberg. De hecho, si estás distraído es porque hay un desgaste mental que te impide concentrarte en primer lugar. Si quieres evitar ese desgaste, tienes que aprender a delegar y a decir que no más a menudo. No llegas a todo; nunca llegarás a todo, es inútil intentarlo. Tampoco vale la pena intentarlo, ¿o acaso es tu trabajo lo que te da la felicidad?

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Es imperativo que te obligues a parar cuando termina tu jornada. Y es muy recomendable que, a continuación, salgas a hacer ejercicio. No solo estás sentado todo el día, como en cualquier trabajo de oficina; para colmo, no tienes que viajar al trabajo: solo ir de la cama al ordenador. Obligarte a hacer ejercicio un lunes es muy fácil, lo difícil es mantener el ritmo hasta el viernes. Ten en cuenta que, cuando sales de la oficina, ya estás en la calle; pero cuando terminas de trabajar en tu casa, estás en la comodidad de tu hogar. (Por eso muchos artículos te recomiendan vestirte en lugar de trabajar en pijama).

Como en muchas otras situaciones, la clave para no marchitarte poco a poco es salir de tu zona de confort. Mi casa, mi iMac y mi conexión de fibra óptica conforman mi zona de confort, pero mi trabajo se puede hacer desde cualquier lugar del mundo, con cualquier dispositivo conectado a Internet, y esa es una ventaja que no aprovecho lo suficiente. No digo dejarme barba y pasar la mañana en el Starbucks, sino aprender a trabajar en movilidad cada cierto tiempo. No acabar aplastado por el peso de las cuatro paredes que veo cada día.

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Una forma más productiva de salir de la zona de confort es obligarte a hacer algo de networking. Animarte a ir a conferencias, conocer gente nueva, abrirte a nuevos mundos... Si lo haces, solo puede pasar una de dos cosas: que pierdas un par de horas de tu tiempo o que engroses tu lista de contactos. Echando la vista atrás, tengo la sensación de que la gente de mi carrera que estaba metida en más “cosas extraescolares” es la que ha acabado llegando más lejos con los años.

Mi último consejo es que abraces las posibilidades que te ofrece trabajar desde tu casa. Para algunos, la mayor ventaja será vivir en un pueblo o una ciudad que no les permitiría trabajar de otra manera. Para otros será pasar más tiempo con sus hijos, con su familia. Para muchos, no tener que meterse dos horas de transporte de ida y vuelta al trabajo cada día. Y en última instancia, saber que puedes ir a las reuniones por Skype en camisa y calzoncillos.